La Riviera italiana lleva siglos encandilando a viajeros de todo el mundo. Desde la ciudad de Génova, donde se encuentra el puerto más importante del Mediterráneo, hasta parajes como el golfo de Tigullio y Cinque Terre, no faltan animadas ciudades, pintorescos pueblos y preciosos paisajes junto al mar para animar a cualquiera a hacer una visita a la región de Liguria.
El diminuto pueblo pesquero de Portofino es uno de los destinos más solicitados de una zona en la que abundan casitas de colores de postal y plazas empedradas iluminadas por un precioso sol mediterráneo.
Pero si tenías planes de hacer una escapada a Portofino este verano y documentar tu paso por el precioso centro histórico, puede que te surjan algunas complicaciones.
Restricciones en Portofino
El que ha sido el escenario en el que se desarrolla la reciente novela Porto fino 1926, y donde se rodaron algunas escenas de El lobo de Wall Street ya gozaba de popularidad en el siglo XX.
Sus costas repletas de yates y sus boutiques y marisquerías nos dan una idea del tipo de destino de lujo en el que se ha convertido esta población de origen humilde. Con los años, las pequeñas calles del casco antiguo y su precioso paseo marítimo se han ido masificando, con las consecuencias esperables.
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¿Cómo ha llevado este creciente éxito una población que apenas llega a los 500 habitantes? Las estrechas calles en las que peatones y tráfico comparten espacio, las aglomeraciones de visitantes que esperan en grupo a que empiecen sus tours guiados o a embarcar en yates, y las personas que se detienen a sacar fotos en los encantadores paseos junto al mar, están teniendo consecuencias incómodas e incluso peligrosas tanto para la población local como para los viajeros.
Según contaba el diario italiano ll Post el pasado mes de abril, el alcalde de Portofino, Matteo Viacava, ha introducido nuevas restricciones que prohíben detenerse en dos de los puntos más concurridos de la ciudad.
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Las “zonas rojas” afectan a dos tramos del centro: entre Piazza Martiri dell'Olivetta y el muelle de Calata Marconi al norte y entre la plaza y el muelle de Umberto I al sur. Esta normativa se aplicará durante la temporada alta y de 10:30 a 18:00 con el objetivo de reducir las aglomeraciones de personas para evitar peligros en una zona con poco espacio y sin barreras entre la zona peatonal y el mar.
En resumen: nadie te va a impedir capturar las impresionantes vistas con tu cámara ni parar un momento a sacarte un selfi, pero si te detienes en las zonas indicadas durante demasiado tiempo podrías acabar con una multa de 275€.
Eso sí, si esperas un poco a que termine la hora punta, podrás parar todo el tiempo que quieras a capturar la preciosa luz de las seis de la tarde sobre un mar resplandeciente desde el puerto natural que forma la costa de Portofino.
No es la primera (ni será la última) localidad turística que se ve obligada a imponer restricciones al movimiento y actividad de los visitantes.
Desde los lugares en los que, por seguridad o por respeto, está prohibido sacar fotografías, como son la sala de las Joyas de la Corona en la Torre de Londres o La Meca, en Arabia Saudí, hasta los que tienen normas de seguridad muy específicas que incluyen no detenerse y no sacar fotos para evitar distracciones, como las Fiestas de San Fermín, son muchas las localidades que han necesitado regulaciones para adaptarse a una afluencia de personas cada vez mayor.
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