Santiago de Compostela, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, es un monumento en sí misma. Su riqueza arquitectónica siempre impacta y enamora, a lo que se suma el conmovedor halo de espiritualidad que envuelve a la meta de la ruta jacobea. Repasamos la ruta de su patrimonio histórico, que puedes seguir siendo peregrino o recorriendo el "camino" a tu manera.
Santiago de Compostela: la ruta de su patrimonio histórico
Si vas de viaje a la capital de Galicia, seas peregrino o no, te recomendamos hacer la ruta por su patrimonio histórico monumental, que incluye el paseo obligado por el entorno catedralicio y la famosa Plaza del Obradoiro.
Además, no puedes perderte sus principales monumentos y plazas, a veces poco conocidos por los visitantes y olvidados por las guías, pero que no se pueden dejar de visitar.
Plaza del Obradoiro
Pocas plazas en España son tan espectaculares como la del Obradoiro, centro neurálgico de Santiago de Compostela. Su nombre proviene de los talleres de canteros que trabajaron en la edificación de la fachada barroca de la catedral, que preside esta plaza y da la bienvenida a los millones de peregrinos que van a darle un abrazo al santo.
Más de 700 años tardó en construirse y en ella se pueden ver varios edificios de diferentes estilos arquitectónicos.
Así, en la plaza del Obradoiro destacan el hostal de los Reyes Católicos, hoy parador nacional y antes hospital de peregrinos; el colegio de San Xerome, que acoge el rectorado de su conocida universidad, y el palacio de Raxoi, sede del Ayuntamiento de Santiago. En un solo espacio están representados los principales poderes: la religión, la educación, la política y la atención al peregrino y al viajero.
En el siglo IX se descubrieron donde está hoy la catedral de Santiago de Compostela, las reliquias del apóstol Santiago y, desde ese momento, miles de peregrinos han viajado hasta aquí para venerar al discípulo de Jesús. En un primer momento, se construyó una capilla y luego una iglesia prerrománica destruida a finales del siglo X por las hordas musulmanas de Almanzor.
En el año 1075 la basílica que sustituyó al templo destruido quedó pequeña para albergar al gran número de personas que hacían la ruta jacobea hasta Santiago. De la catedral destacan la imponente fachada del Obradoiro y el pórtico de la Gloria, esculpido por el Maestro Mateo en el siglo XII. Más de 200 figuras de granito componen una de las obras cumbres del románico.
Este templo santiagués, de cruz latina (típica en las iglesias de peregrinación), tiene 16 capillas (18 si se cuentan la de la cripta y el claustro). El altar mayor, de un barroco fastuoso, cuenta con un baldaquino de columnas churriguerescas que salvaguarda el altar de plata y el camarín del Apóstol, del siglo XVII.
Cada mediodía se celebra la Misa del Peregrino, con la que se pone punto final a la ruta de espiritualidad. Otro de los gestos que todo aquel que entra en la catedral de Santiago debe hacer es dar un abrazo al apóstol del siglo XIII que preside el altar.
Como anécdota las piedras preciosas que decoran su manto de metal, son hoy imitaciones porque hace años la gente las arrancaba de un mordisco mientras estrujaban al Santo Adalid.
Desde hace casi diez años la tradición de darse cabezazos contra el Santo dos Croques (un rito cuyo origen se remonta a la Edad Media) se ha vetado por el desgaste que ha sufrido durante siglos la estatua.
También se ha de echar un vistazo a la Puerta Santa, que se abre exclusivamente en los años jubilares y bajar al mausoleo del apóstol, que alberga los restos morales de Santiago descubiertos, según la tradición, en el siglo IX.
Por último, algunos afortunados podrán ver al botafumeiro en acción. Este símbolo de la catedral, de Santiago y de Galicia solo está en funcionamiento 12 días al año y todos los domingos cuando es Año Jacobeo. Este gran incensario de latón lo mecen los tiraboleiros que controlan con mesura los vaivenes de esta joya de la galleguidad.
Un paseo por la plaza de la Inmaculada
La plaza de la Inmaculada está flanqueada por el monasterio de San Martín Pinario, fundado en el siglo X como residencia de los monjes que custodiaban las reliquias del apóstol, y la fachada catedralicia de la Azabachería, llamada así por la presencia de talleres dedicados a la talla del azabache.
Allí acaba el último tramo urbano de los Caminos francés, inglés y del norte, que entran al casco histórico por la llamada puerta del Camino. El edificio actual del monasterio, que destaca por una bella fachada barroca, abre sus puertas como hostal en verano.
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Plaza de la Quintana: la de Vivos y la de Mortos
La plaza de la Quintana es uno de los espacios más emblemáticos de Santiago de Compostela. Está acotada por la cabecera de la catedral, por el monasterio de San Pelayo de Antealtares, por el cementerio de canónigos y por la primera casa consistorial.
La parte inferior de la plaza, la Quintana de Mortos, fue un cementerio hasta el año 1780 cuando por razones sanitarias se trasladó al cementerio de San Domingo de Bonaval. Por el contrario, la parte superior se denomina Quintana de Vivos.
En la plaza de la Quintana destaca la torre del reloj de la catedral, la Berenguela, y el Pórtico Real, lugar de salida de las procesiones litúrgicas. El muro barroco que custodia la cabecera románica de la Catedral continúa hacia la Puerta Santa, meta de los peregrinos que llegan a Santiago de Compostela en Año Santo.
Plaza de las Platerías
La plaza sur de la catedral, la de las Platerías, data de los siglos XI-XII y debe su nombre a los talleres de orfebres que se ubicaban en este emplazamiento durante la Edad Media. En el centro de la plaza de las Platerías se alza la Fuente de los Caballos.
Caminando por las rúas de Santiago
Santiago de Compostela no se puede entender sin sus rúas (calles) algunas de ellas verdaderas joyas arquitectónicas por los caserones renacentistas, barrocos y neoclásicos que allí se hallan.
Una de las más transitadas es la rúa do Vilar donde destaca la casa del Déan, del siglo XVIII, hospedaje de los obispos que llegaban a la ciudad. Por esta vía se llega a la plaza de O Toural, antiguo punto de venta de ganado y aprovisionamiento de agua.
En la rúa Nova (nueva), que se llama así desde hace 800 años, destacan algunos pazos como la casa das Pomas y el pazo de Santa Cruz mientras que la rúa de Tras Salomé conduce al pazo de Fonseca, una casona renacentista encargada a mediados del siglo XVI por la familia que dio a la ciudad tres arzobispos, uno de ellos fundador de la Universidad.
Por la calle Cardenal Payá se llega a la plaza de Mazarelos, donde se halla el único arco que se ha conservado de la muralla medieval, del siglo XI, cuyos límites corresponden aproximadamente a los del actual casco histórico.
La plaza de Abastos
Este lugar, de interés cultural, gastronómico y arquitectónico, concentra la actividad del mercado de lunes a sábados desde el año 1873. En la plaza de Abastos se mantienen todavía el comercio tradicional, el trato directo y el regateo, lo que constituye uno de sus principales encantos.
Junto con los puestos fijos de las casetas, en este lugar existe aún la figura de la paisana. Los días de mayor afluencia coinciden más de cien paisanas, agrupadas según la localidad de procedencia y el tipo de producto que venden.
Iglesia de Santa María del Camino
Por la rúa Travesa se llega a la iglesia de Santa María del Camino, último templo mariano del Camino de Santiago, antes de llegar a la tumba del Apóstol. Su nombre indica la proximidad de la Puerta del Camino, que recuerda el punto de la muralla por el que entraban a la ciudad los peregrinos.
Y es que todavía aquí desemboca la ruta que trae a los caminantes desde el Monte del Gozo por el barrio de Concheiros y la rúa de San Pedro.
Centro Gallego de Arte Contemporáneo y Museo do Pobo Galego
Frente al casco histórico compostelano se reúnen en un solo conjunto monumental el pasado y el presente cultural de Galicia. Al antiguo convento dominico de San Domingos de Bonaval, transformado en Museo do Pobo Galego, se le añadió como vecino, en el año 1993, el Centro Gallego de Arte Contemporáneo.
En sus salas se muestran las últimas tendencias artísticas de autores contemporáneos nacionales e internacionales.
El regreso a la Puerta del Camino permite recorrer los últimos metros del Camino de Santiago hacia la Catedral por la rúa de Casas Reales, donde están el Pazo de Fondevila, un palacio urbano del siglo XVII, y la iglesia de las Ánimas.
Plaza de Cervantes: de foro a enclave quijotesco
La Plaza de Cervantes era conocida en el siglo XII como el foro, por ser punto de reunión y lugar donde el pregonero leía los acuerdos municipales y las ordenanzas del Arzobispo. Aquí estaba el antiguo Ayuntamiento, hoy único edificio municipal barroco que se conserva intacto en Galicia.
Después de una restauración interior en la que se encontraron documentos antiguos, se averiguó que en la Plaza de Cervantes se hicieron autos de fe en tiempos de la Inquisición. En ella estuvo situado hasta 1570 la columna en torno a la cual se impartía justicia y a cuyo pie estaba el patíbulo.
Posteriormente, la plaza Cervantes pasó a llamarse Plaza del Campo, porque aquí se ubicaba el mercado principal hasta que a finales del siglo XIX este se trasladó a la Plaza de Abastos. Es entonces cuando adquirió su nombre definitivo, dado que el autor de Don Quijote era portador de dos apellidos de origen gallego: Cervantes y Saavedra.
Última parada: la Alameda
Saliendo por la Porta Faxeira, una de las antiguas puertas de la desaparecida muralla, se llega a la Alameda, desde el siglo XIX uno de los paseos predilectos de los santiagueses.
Este nombre genérico engloba tres lugares diferenciados: el Paseo de la Alameda, el Paseo de la Herradura y la Carballeira (robledal en gallego) de Santa Susana. Desde el paseo de la herradura hay un mirador con vistas hacia la catedral.
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