La ciudad de Madrid te espera con miles de planes diferentes, calles llenas de magia y una historia y una cultura que nunca se terminan de conocer. Si hablamos de propuestas gastronómicas, no dudes que podrás cumplir con el capricho que quieras. Pero por qué no hacer escapadas cortas cerca de Madrid aprovechando el poco tiempo de vuelo que hay a lugares increíbles.
Las escapadas son un clásico de la capital española. Es una ciudad muy conectada, que permite conocer lugares increíbles en apenas una o dos horas de viaje. Qué ver y conocer cerca de Madrid.
Cerca de Madrid: escapadas mágicas
Compartimos una lista de destinos -armada por Conde Nast Traveler- que se encuentran a menos de 3 horas de vuelo desde Barajas, para que puedas ampliar horizontes en alguna escapada.
Son lugares accesibles, a los que puedes llegar en tren o en avión desde los aeropuertos cercanos a Madrid. Te sorprenderá descubrir lo que tienes cerca de Madrid y puedes conocer y disfrutar en apenas una o dos horas viaje.
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Oporto: 1 hora y 10 minutos
En poco más de una hora de vuelo podrás oler los jabones, probar las cremas de manos y comprar cerámica local directamente en su loja situada en el número 20 de la Rua Galeria de Paris de Oporto.
Después del shopping, sin salir de la calle más cool de la ciudad, acércate al restaurante Taberna Galería Paris a probar uno de sus típicos platos de cuchara, como las Favas à Alentejana.
Y luego a dormir en algunos de los lindos hoteles y hostales que encontrarás fácilmente.
Lisboa: 1 hora y 15 minutos
Casi tardarás lo mismo en llegar a Lisboa que al aeropuerto de Barajas si vas en metro. Súbete a uno de sus populares tranvías (no son una trampa para turistas, sino un alivio para las rodillas).
Empieza por el barrio de Alfama, cruza a Baixa y Chiado, donde has de parar sí o sí en la Rua das Flores. Y continúa cuesta arriba hacia el barrio Alto, donde lo mismo podrás comprar un tradicional pastel de nata en Manteigaria (Rua do Loreto 2) que merendar un bol de cereales en Pop Cereal Café, un bar temático con cientos de marcas y sabores.
En un tren acércate en menos de 15 minutos al MAAT, Museo de Arte Arquitectura y Tecnología, situado a orillas del río en Belén. Sí, donde están los famosos Pastéis de Belém, esos que se fabrican desde 1837.
Faro: 1 hora y 25 minutos
Puerta de entrada a algunas de las mejores playas de Portugal, las del Algarve, Faro sorprende por su colorido centro histórico, conocido como Cidade Velha (Ciudad Vieja), un amasijo de callejuelas empedradas, casas encaladas cegadoras y monumentos destacados, como la catedral gótica o Sé de Faro, el renacentista convento de Nossa Senhora da Assunção o el Arco da Vila, de estilo neoclásico y origen árabe.
Nantes: 1 hora y 35 minutos
Nantes es una ciudad vibrante en constante movimiento. Bares, conciertos, terrazas repletas de gente joven como la de Le Hangar À Bananes (en un hangar junto al Loira). Todo a tan solo una hora y 35 minutos de Madrid.
Cualquier bar o restaurante en Nantes hace honor al pasado industrial de la ciudad y recrea azulejos, forja y ladrillos por doquier
Un extra un poco friki: en los antiguos astilleros existe un proyecto artístico llamado Les Machines de L'Ile, que entremezcla el imaginario de Julio Verne, la mecánica de Leonardo da Vinci y la historia industrial de Nantes. Encontrarás elefantes de hierro gigantes, dragones voladores con aluminio en vez de plumas y un carrusel gigante.
Marsella: 1 hora y 45 minutos
Marsella, la segunda urbe más grande de Francia es la ciudad gastronómica más emocionante en este momento. Los jóvenes chefs más talentosos están encontrando en ella un lugar en el que sentirse libres de expresar nuevas y emocionantes maneras de entender la culinaria.
El cocinero Alexandre Mazzia no ha dudado en innovar con un food truck que saca a pasear a las calles de Marsella cuando hace buen tiempo en el que sirve street food gourmet o, lo que es lo mismo, un The Hot Mazz de pan crujiente con especias, butifarra de cordero con galanga y espinacas baby, gel de guindilla agridulce, mostaza de zanahoria y remolacha ahumada, por poner un ejemplo.
Cerdeña: 1 hora y 50 minutos
Hay una Cerdeña de yates blancos y champagne rosado en cubierta y otra Cerdeña mucho más rural y auténtica en la que palpar, degustar, beber y abrazar con fuerza el pasado histórico de una isla que fue de todos y que nunca ha sido completamente de nadie.
Si quieres sentir el verdadero espíritu sardo hospédate (como hizo Madonna) en Su Gologone, un hotel rural donde el día comienza con pan artesano preparado en el horno de leña y termina con una clase de yoga junto a las hierbas aromáticas del jardín.
No dejes de visitar el museo de arte contemporáneo Stazione dell'Arte, dedicado a la artista local Maria Lai, conocida por ser 'costurera' del arte.
Marrakech: 2 horas y 5 minutos
Recomendar un puesto en concreto del zoco de Marraketch sería escribir indicaciones a derecha e izquierda que acabaría casi seguro contigo en un callejón sin salida diferente al deseado, pero ahí justo es donde reside su esencia: en lo laberíntico, lo efímero, lo volátil. Busca, rebusca y, sobre todo, regatea.
Luego relájate con el hamman de La Maison Árabe, que incluye exfoliación, mascarilla de miel con azahar, tratamiento capilar y masajes con aceite de argán. Para dormir escoge La Mamounia.
Fez Marruecos: 2 horas y 6 minutos
Un caos es la medina de Fez y no por ello nos deja de atraer con sus colores, olores y sabores. El oficio de la curtiduría en Chouwara, donde tratan las pieles y las tiñen con colores naturales, sigue siendo la gran atracción de la visita.
París: 2 horas y 10 minutos
Nunca se ha estado suficientes veces en París. Cada viaje a la ciudad del Sena supone una nueva oportunidad para probar algún plato francés diferente o comprarse alguna prenda de diseño interesante.
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Aprovecha si estás en el arrondissement X y da un paseo por el canal de Saint Martin o tómate un aperitivo en el Hotel du Nord, que ya no es hotel, pero que guarda las historias y el ambiente del establecimiento que un día inspiró la película homónima.
Bolonia: 2 horas y 20 minutos
A Bologna, situada en el centro/Norte de Italia, se la conoce como “la Dotta, la Rossa e la Grassa”, es decir, la Docta, la Roja y la Grasa: la Docta porque aquí se encuentra una de las más antiguas y conocidas universidades de Italia; la Roja por el color principal de los techos de la ciudad, que conservan el antiguo color rojo típico de la Edad Medieval; y la Grasa por la maravillosa cocina de la ciudad y de la región, conocida en todo el mundo.
Grand Place Bruselas: 2 horas y 20 minutos
Puede ser que el Manneken Pis, la estatuilla de un niño orinando en una fuente de Bruselas, te acabe decepcionando; no así su Grand Place, una de las plazas más bonitas y animadas de Europa, ni mucho menos la arquitectura Art Nouveau que adorna los barrios residenciales de la capital belga.
Londres: 2 horas y 25 minutos
Hace poco más de cinco años cuando viajábamos a la ciudad del Támesis dirigíamos nuestros pasos hacia la modernidad alternativa del Este. Hoy lo hacemos hacia el Sur, hacia su distrito más cultural, el South Bank. Junto a la estación de Waterloo, sus símbolos más reconocibles son el London Eye y el teatro Globe de Shakespeare, construcciones antagónicas que representan la mixtura del espíritu de la zona.
Imprescindible es la visita a la Tate Modern.
Stuttgart: 2 horas y 30 minutos
Ciento cincuenta minutos te separan de una de las bibliotecas más increíbles que se hayan construido jamás. Diseñada por Yi Architects, la Stuttgart City Library es un inmenso cubo blanco estructurado con escaleras que, como un imán, atrajo la modernidad de la ciudad alemana hasta la retirada zona de Mailänder Platz.
El primero en acudir a la llamada fue el centro comercial Milaneo, cosa que no gustó demasiado a un colectivo de artistas capitaneado por Günther Mailand y Frida Innenhofcomo, quienes se apresuraron a colgar un cartel gigante de denuncia en la fachada de la biblioteca con una flecha que señalaba directamente al capitalismo vecino y un mensaje muy claro: "I'm with stupid" (Estoy con un estúpido).
Roma: 2 horas y 30 minutos
Roma es conocida como la "Ciudad Eterna" porque en ella el tiempo parece haberse parado hace siglos. Sus monumentos y los restos de imponentes edificios hacen que un paseo por sus calles se convierta en un viaje en el tiempo hasta la época de máximo esplendor de la capital.
Pasear por Roma no es solo recorrer una antigua ciudad repleta de restos arqueológicos; Roma es el recuerdo de los Gladiadores luchando a vida o muerte en el Coliseo, las cuádrigas emprendiendo veloces carreras en el Circo Máximo y también la visión de los sabios romanos paseando por el foro mientras conversaban sobre la democracia.
Ámsterdam: 2 horas y 40 minutos
Más allá de los canales, el barrio Rojo y los coffee shops, la capital de los Países Bajos es un hervidero de tendencias al que ir cada poco para no perder el hilo.
Nápoles: 2 horas y 40 minutos
El estilo de vida napolitano no está hecho para cualquier viajero, solo los más atrevidos, aquellos que se acercan a la ciudad italiana sin prejuicios, son capaces de entender su idiosincrasia descarada.
Si eres uno de ellos, recuerda que en menos de lo que dura la segunda parte de El Padrino podrás estar haciendo cola en alguna de sus pizzerías o trattorias tradicionales, en las que “si mangia bene e si spende poco” (se come bien y se gasta poco). Puedes ver: Qué hacer en Nápoles: ciudad intensa, curiosa y divertida.
Dublín: 2 horas y 40 minutos
Tan sólo has de alzar la mirada y dejarte tentar por los letreros rojos que anuncian cerveza Guinness, charla y diversión. Pero hay un nuevo templo del alcohol en el barrio, pero de un alcohol un tanto más fuerte.
Se trata de la antigua destilería Jameson, hoy reabierta al público como Jameson Distillery Bow St. para dar a conocer la historia de la marca, desvelar el proceso de producción y disfrutar de experiencias como una cata de whisky o una clase de coctelería con su bebida como base.
Destacan sus enormes alambiques decorativos y el buen ambiente que se respira en su terraza. Además, está a poco más de un kilómetro de la fábrica Guinness, a la que debes ir aunque solo sea por las vistas panorámicas desde su Gravity Bar.
Zagreb: 2 horas y 40 minutos
La capital y ciudad más poblada de Croacia aún sigue siendo una gran desconocida: pocos han caminado por el barrio histórico de Gradec, retratado la fotogénica iglesia de San Marcos, subido a lo alto de la torre Lotrščak, visitado su catedral o paseado por el cementerio Mirogoj, uno de los más bellos del mundo.
Zagreb siempre está preparada para seguir sorprendiéndonos con aperturas inesperadas, como el hotel boutique Capital, con influencias art déco y art nouveau, o el Zinfandel's Restaurant, en manos de una chef portentosa, Ana Grgić Tomić, experta en dar ese punto de más a platos familiares como la crema de castañas, la pechuga de pintada o el risotto cremoso con bacalao ahumado y frijoles.
Edimburgo: 2 horas y 45 minutos
Es primordial sumergirse en Edimburgo, caminar las pequeñas calles medievales de la ciudad vieja y dejarse atrapar por la magia.
Hay lugares en los que la magia flota en el ambiente, donde uno solo puede agradecer la suerte de estar allí, y uno de esos increíbles lugares es esta increíble ciudad escocesa
Viena: 2 horas y 55 minutos
En el límite justo de las tres horas de vuelo se encuentra la capital austriaca. Ya hay quien asegura que supera en modernidad a Berlín.
Viena es sin duda una ciudad para conocer y lo aconsejable es destinarle varios días.
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