Hay pocas cosas tan sencillas como ser turista en Suiza. Viajar en el Jungfraujoch, el tren que llega al punto más alto de Europa es una muestra clara de ello.
El recorrido comienza en la estación de tren de Interlaken Ost (Este). Desde allí se asciende a Lauterbrunnen o a Grindelwald. Lo ideal es ascender por una de ellas y regresar por la otra para disfrutar dos trayectos diferentes. Sugerimos subir por Lauterbrunnen y si queda tiempo en el descenso, aprovechar alguno de los itinerarios que se pueden elegir en Grindelwald.
Desde cualquiera de esas primeras estaciones intermedias se toma otro tren a Scheine Kleidegg, la única estación desde donde se sube al Junfraujoch. Aquí el mapa que explica mejor que las palabras:
Suena complicado pero es realmente muy fácil porque todo funciona como un mecanismo suizo de relojería.
Junto al ticket -el precio de 206 francos suizos parece muy caro al comprarlo pero se termina reconociendo que cada centavo valió la pena al final- recibimos el mapa correspondiente y los horarios de los trenes que salen de cada estación cada media hora y dejan un margen de 8 a 10 minutos, muy cómodo para todas las combinaciones ya que por lo general los andenes son contiguos. La señalización, por supuesto, es perfecta y además se dan avisos constantes en varios idiomas incluido el español.
El tren, como pueden imaginarse, es muy confortable, con ventanales que permiten disfrutar vistas maravillosas. Sin embargo la sorpresa comienza al llegar a la estación más alta de Europa.
No se trata de un simple punto de llegada del tren sino de un complejo de cuatro pisos, construido cavando en las rocas entre dos montañas de altura superior a los 4.000 metros de altura
Allí comienza un tour mágico que comprende un palacio de hielo con esculturas preciosas, un show de video en 360 grados y una chocolatería con decenas de variedades del magnífico chocolate suizo que incluye una demostración de como se lo prepara hecha mediante holograma.
Naturalmente es un punto de partida de varias espectaculares pistas de esquí de diferentes niveles. Quienes no son esquiadores pueden jugar en la nieve libremente o disfrutar las increíbles vistas desde una plataforma ubicada unos 100 metros por sobre la planta principal de la estación.
Por supuesto hay bares, restaurantes y shops varios de alta calidad -y precios razonables teniendo en cuenta el lugar y su ubicación- para sentarse a descansar un rato antes del descenso.
En síntesis, una experiencia única para no perderse.