Porto Galinhas: playas de ensueño y piscinas naturales en Brasil

Las piletas naturales llenas de peces de Porto de Galinhas son uno de los atractivos principales de este mágico lugar.

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Porto de Galinhas
Actualizado: 28 de octubre de 2022

Porto de Galinhas suele aparecer arriba en los rankings de mejores playas de Brasil por sus piscinas naturales y grandes resorts. Ubicada a 70 kilómetros al sur de Recife, fue alguna vez el epicentro del comercio de esclavos en América del Sur y hoy se ha consolidado como uno de los destinos más requeridos del nordeste brasilero.

Piletas naturales

El mayor símbolo de Porto de Galinhas son unas llamativas piscinas naturales que se forman cada vez que baja la marea. Se trata de unos pozones, algunos profundos y otros no tanto, de agua transparente donde flotan cientos de peces de colores que se ven a simple vista.

A estas piscinas se suele llegar en unas rústicas embarcaciones llamadas jangadas, tradicionales barcos de pesca que no son más que una tabla con un mástil y una bandera, que se empuja con un remo. Por más que las piscinas suelen estar repletas de gente, el espectáculo vale la pena: sobre todo si vas con niños. Hay una piscina simbólica -tiene la forma del mapa de Brasil- que todos los guías anuncian con bombos y platillos.

Es un destino ideal para ir en grupo o en pareja, y también en familia. Fiel a su nombre, hay gallinas y esculturas de gallinas por todo el “pueblo”. Escenografía mágica y la mejor onda, sobre todo al atardecer, cuando los jóvenes se reúnen en las playas a despedir el sol.

Resorts y hoteles de lujo

Con marea alta, la playa principal de Porto vuelve a la normalidad; es decir, un largo trozo de arena flanqueado por cocoteros y una serie de barracas con mozos que traen todo directo a la sombrilla.

Si uno quiere algo más exclusivo hay que irse entonces un poco más al norte, hacia la playa de Muro Alto, donde están los hoteles más lujosos del balneario. En el sector norte, la barrera de coral obstaculiza la entrada del mar y forma una laguna en la que el agua llega hasta la cintura.

Si uno busca emoción, o un ambiente juvenil, el lugar es Maracaípe, la playa de los surfistas, con olas y vientos constantes, donde hay posadas más económicas.

Maracaípe

Allí, el paseo esencial es, otra vez, subirse a una jangada y remontar el río que corre junto a los manglares para encontrar un caballito de mar. Los boteros se tiran de cabeza y a los pocos minutos traen consigo algún ejemplar de esta curiosa especie, que luego suelen poner dentro de un frasco para la fotografía de rigor. Los ecologistas puede que se espanten un poco.

En favor de los locales, se puede decir que aquí también hay un programa de protección, un proyecto llamado Hippocampus, cuya sede funciona en la misma playa

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