El más ilustre de los genios italianos, Leonardo Da Vinci, en su obra Códice Atlántico describía a este idílico lugar, fuente de inspiración para escritores, poetas y pintores, con las siguientes palabras:
“Nesso, tierra donde el río cae impetuoso, a través de una gran brecha en el monte…”
Es apenas un pequeño rincón, uno de los lugares más escondidos de Italia, junto al lago Como, en el que no encontrarás grandes monumentos. Pero tiene una puesta en escena que maravilla a quien lo descubre: parece un pueblo colgado, adosado a una pequeña garganta y con un río y cascada que cae entre medio de las casas.
Se encuentra en la región de Lombardía, en la accidentada desembocadura de un arroyo hacia el lago, punto donde confluyen dos cursos de agua que caen entre las rocas en forma de cascada.
Un antiguo puente romano une las dos orillas entre el arroyo, que con la caída de agua hace de banda sonora eterna para las casas
La foto parece inevitable, sobre todo para los que se acercan navegando por el lago:
Puente de la Civera
Lo primero que llama la atención es el Puente de la Civera, situado en el centro, poniendo el broche de oro a las dos mitades de la ciudad. Su sólida construcción en piedra en estilo románico, de clara época medieval, armoniza por completo con el entorno dándole un toque romántico que enamora a lugareños y visitantes.
Orrido de Nesso
Tras el puente el espectáculo no tiene parangón: el Orrido de Nesso, un salto de agua de casi 200 metros de altura, parece partir literalmente las montañas con la fuerza imparable de la unión de sus dos torrentes, el Tuf y el Nosè, dando origen a esta cascada que se vierte incesantemente sobre las aguas del Lago de Como.
Este prodigio natural no sirve sólo de atractivo turístico, sino que desde hace siglos ha sido el motor de este municipio, que aprovecha su gran fuerza como eco-energía en los molinos de aceite, de harina y en la industria en general.
Iglesia de San Pietro e Paolo
Adentrándote por las callejas de Nesso llegarás a la Iglesia de San Pietro e Paolo, que data del 1.095, reconstruida en estilo barroco en el 1.600, a la que no debes dejar de entrar para contemplar los maravillosos frescos de Carlo Innocenzo e Luiggi Tagliaferri que decoran la capilla de San José y el Bautisterio.