La Puna es un enigma que no se devela aunque la visites muchísimas veces. Su silencio, y el dominio de rojos, azules y ocres, inquieta a quienes llegan desde ciudades donde pareciera que uno tiene control sobre las cosas.
En La Puna todo es inmenso, desprovisto de certezas y un espectáculo a los ojos
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La PUNA es dueña de espectaculares paisajes, inmaculadas salinas, estepas, planicies altiplánicas, lagunas rodeadas por montañas y hasta oasis que matizan la monotonía propia del desierto de altura.
Qué ver en La Puna
Entre sus atractivos excepcionales vale nombrar:
- La Reserva de Biósfera Laguna de Pozuelos
- La incomparable y desafiante Cuesta de Lipán
- Las imponentes Salinas Grandes
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El circuito se compone de numerosos parajes rústicos y casi despoblados, cuya belleza reside en la simplicidad, el respeto por el pasado y la tranquilidad.
Susques: la joya puneña
Destacado como uno de los pueblos más antiguos de la Puna, Susques es el imperdible del circuito. Con unas pocas cuadras, demasiada serenidad y una antiquísima iglesia realizada íntegramente en piedra, adobe y ambientada con pinturas cuzqueñas, este poblado se ha instituido casi como un monumento de la región.
Se encuentra en una vasta hoyada, a 3700msnm, en la confluencia de los ríos Pastos Chicos y Susques, donde se forma el río de las Burras, en el extremo norte de la Sierra de los Cobres.
Susques se ubica en el taco del zapato dibujado por el territorio provincial, en el cruce de Ruta Nacional Nº 52 y Ruta Provincial Nº 74.
Cochinoca, mágica y misteriosa
Olvidado por el ferrocarril y vacía sus minas de oro, Cochinoca fue quedándose sin población, pero no sin atractivos.
Cautiva aún desde su emplazamiento la capilla de Santa Bárbara, típica edificación religiosa del noroeste, encomendada a la Protectora de los rayos y las tormentas que cada tanto se desatan con furia en la zona. Lo encontrarás en un desvío del camino, sobre RP 71, al oeste de Abra Pampa.
Leyendas, magia y misterio dominan la agreste geografía de Abra Pampa, categorizada como la "Siberia Argentina"
Aquí está el punto de partida para dejar el asfalto y comenzar a ver puestos rodeados de llamas y desfiladeros, y entender que a partir de ahora la constante será sortear lechos de ríos, serpentear y girar en ascenso.
Abra Pampa se ubica sobre la RN 9, entre La Quiaca y las Salinas Grandes.
Rinconada, silente y solitaria
Calles empedradas, casas de adobe y techos de paja dibujan la postal representativa del somnoliento pueblito de Rinconada. Silencio y soledad es lo que develan hoy sus calles...
Casi ignorando su presente desolado, frente a la plaza, Rinconada conserva sus rasgos altivos en el antiguo cabildo, así como conserva el nombre de "Confín Aurífero de la Patria", aunque todo ello haya quedado en el olvido. Persiste al sur de Santa Catalina, en cercanías a la Laguna de Pozuelos.
Desde su verdor, Santa Catalina parece mínima, y su vapor salino llega con el viento por la RP5, donde el pueblo se disgrega en los marrones del adobe.
Santa Catalina, pueblo minero
Cofre de virtudes y tradiciones, Santa Catalina transfiere la atención del paisaje recio y silencioso, al particular encanto de su antigua iglesia, que guarda el arte de la imaginería colonial.
Es un tradicional pueblo minero, de costumbres sencillas y gran cordialidad. Con una ubicación casi lindante con Bolivia, constituye el Punto Extremo Norte de Argentina. Se alza al noroeste de La Quiaca, por Ruta Provincial Nº 76.
Llegar a Santa Catalina, el pueblo más al norte del país, desandar los ripios y serruchos poderosos que conducen a la Laguna de Pozuelos, a Santa Catalina, Coranzulí, Mina Pirquitas, Orosmayo, Susques… Los caminos implican un reto de polvo y traqueteo... Pura aventura.
Una caja de sorpresas
No hay señal de celular ni datos, ni Internet, y sólo un teléfono público conecta a sus 2.000 habitantes.
Esteban Gago, un guía porteño que se enamoró de Humahuaca hace años, explica:
“Se pueden pastorear ovejas y llamas, y es un buen lugar para emprender safaris fotográficos, así como visitas a centros mineros de la zona y parajes del este, como El Angosto, Casira, o Cieneguillas; y los del oeste sobre la RN40, como Timón Cruz, San Juan de Oros y las termas de Cusi-Cusi”
Él menciona las explotaciones donde asegura que aún hoy tienta hallar algo más que truchas en el cauce del Santa Catalina y otros ríos, y se ha visto a más de uno con un tamiz fino en busca de alguna pepita de oro.
Dueño de una historia centenaria, el pueblo perteneció al Camino del Inca, y fue paso obligado para llegar al Alto Perú
De entonces data la iglesia Virgen de Canchillas, que junto a las maravillosas colecciones del Museo Regional Epifanio Saravia, constituyen imperdibles de este rincón sorprendente.
De otro planeta
Al regreso, Santa Catalina queda atrás junto a las piedras sueltas que vuelan del ripio. Tras San Juan de Oros y hasta Susques, la vuelta a San Salvador demandará cruzar una y otra vez ríos cargados, algunos con mucho caudal, sin detenerse más que ante el paisaje colosal del Valle de la Luna jujeño o Valle de Marte.
Constituido en un verdadero atractivo turístico desde la nueva traza de la RN40, esta formación geológica ofrece un solitario mirador para atrapar con los ojos una amplia hoya labrada de arcillas, rodeada por basaltos, escoria y lava gris y negra, con picos y farallones rojos como el fuego, algunos con alturas de hasta 800 metros.
Un buen regalo para finalizar un viaje de aventura.