Aunque es público, el dato sólo circula entre los viajeros más exhaustivos, que no solo buscan llevarse de San Francisco su foto con el puente Golden Gate, visitar la prisión de Alcatraz y gastar las suelas caminando por la avenida Market y por la inigualable parábola que hace la costa del Pacífico entre el Embarcadero y el Pier 39. ¿Café Zoetrope? Un restaurante italiano en North Beach, a pasos del distrito financiero... ¿Qué puede tener de especial? Los informados sonreirán al oír estas preguntas.
Café Zoetrope
Es que no hay carteles ni mojones frente al pintoresco edificio pintado de verde en la esquina de Kearny Street y la avenida Columbus, donde pocos turistas saben que allí funcionan el cerebro y el corazón de American Zoetrope, la productora y usina permanente de proyectos del director de cine Francis Ford Coppola.
No sólo eso: aunque el artista suele pasar largas temporadas fuera de San Francisco por sus múltiples y simultáneos trabajos -ahora mismo está instalado en Atlanta, absorbido por la posproducción de la película con la que viene soñando hace más de veinte años, Megalópolis- en el último piso de este solar está su casa.
Pero no hablaremos ahora de lo que pasa allí, sino en la planta baja, donde funciona el Café Zoetrope, la joya personal de su relicario gastronómico.
El secreto culinario de Coppola
Reconocido referente culinario con el mismo talento, pasión y autoridad que exhibe en los sets de filmación, Coppola compró el edificio en 1972, para ser la sede de American Zoetrope.
Varias de sus películas, incluyendo El Padrino II y III, Apocalypse Now, La conversación, Golpe al corazón, Los marginados y Drácula fueron escritas, editadas o mezcladas entre las paredes color crema tapizadas de fotos, cuadros, objetos y memorabilia del director, sus películas y sus cientos de amigos: una de las imágenes más repetidas en el cálido espacio del restaurante es la de Coppola junto a Steven Spielberg, George Lucas y Martin Scorsese, sonriendo y con los autógrafos de todos al pie de las fotos.
Podríamos hablar de cada fotografía durante horas: hay imágenes únicas -Coppola y Spielberg junto a un joven Michael Jackson, por ejemplo- diplomas por la creación de personajes únicos en la historia del cine -Vito Corleone, el coronel Kurtz- y un completo árbol familiar de los Coppola, encuadrado y colgado en subsuelo, junto a los baños.
Cada centímetro es un regocijo en el Café Zoetrope, inaugurado en 1999, bajo la estrictísima mirada de su dueño e inspirador. No hay un solo objeto en el lugar que no haya sido dispuesto por Coppola, quien también se ocupó -y controla asiduamente- del menú y la carta de vinos, otra de sus especialidades: recordemos que su familia es pionera en la producción vitivinícola en el cercano valle de Napa.
Ningún comensal latinoamericano se sentirá extraño en este lugar mágico. El mobiliario de madera, la suave música que envuelve el ambiente y la inigualable calidez del personal que atiende, sugiere y recomienda con una sonrisa parecen salidos de cualquier trattoria romana, café parisino o tasca española, aunque desde luego el sello indiscutible del Café Zoetrope es la mesa italiana.
Café Zoetrope: una carta diseñada y curada por el gran Coppola
La carta es breve y contundente: los anfitriones se enorgullecen de ofrecer la mejor versión de la trajinada ensalada César -supuestamente creada en este mismo edificio en 1924-, y no mienten. Pero es difícil competir contra la insalata di burrata, la insalata Finocchio y las formidables combinaciones con verdes, quesos y peras que aconsejan los mozos.
Desde luego, hay pastas y pizzas. La carta del Café Zoetrope es tan sencilla como perfecta: spaghettis alla carbonara, all’arrabbiata, una versión con almejas deliciosa y otra misteriosa con albóndigas hechas con una mezcla de “Francis Ford Coppola’s beef, cerdo y ternera”, y clásicos de la pizza “preparados con los estándares primera que probé en la pizzería Luigino's de Nueva York en 1947”, dice Coppola en su propio menú.
Quienes deseen innovar sin escaparse de la península itálica pueden decidirse por la Muffuletta -una especie de calzone con provolone, muzzarella, mortadela, salame de Génova y jamón o el chicken cacciatore, un pollo cocido en salsa de vino con apio, zanahorias y champiñones. ¿Una sorpresa? El asado de tira, escrito en castellano en el menú y servido al estilo argentino, con chimichurri, papas rostizadas y ensalada verde. Para el postre, obviamente habría que optar por tiramisú de película -la imagen no es exagerada ni impropia en este lugar- o una panacota de limón inolvidable.
Para obtener más precisiones, reservar turnos o encargar un delivery, hay que visitar el sitio cafezoetrope.com. Pero si se acercan a la esquina del 916 de calle Kearny, quizás logren conocer a una de las personas clave del restó y de la ajetreada vida profesional de Coppola: la argentina Lidia Valledor, gerenta del Café y mano derecha del director de cine. La eligió él mismo hace ya muchos años por su experiencia en el Hotel Alvear -donde él se alojó durante su estancia en Buenos Aires para filmar su película Tetro- y con el tiempo la convirtió en sus ojos y manos para cuidar el lugar en el que vive, sueña, cocina y trabaja, donde todo comenzó luego del éxito mundial de El Padrino. ¿Cómo no ir a conocerlo?
Te puede interesar:
- Big Bus San Francisco, la mejor manera de recorrer la ciudad del Golden Gate
- Hoteles boutique en San Francisco: las mejores opciones
- Qué hacer en San Francisco: una ciudad enclavada en el paraíso
- 9 cosas que debes evitar en un viaje a San Francisco
- "Está temblando la casa": cuando un terremoto te despierta en San Francisco