Solo 416 kilómetros separan Miami de La Habana, pero mientras que Miami es una enorme ciudad que crece sin pausa, mostrando el capitalismo en todo su esplendor, La Habana, es una ciudad decadente, uno de los últimos bastiones del socialismo.
Auténtica, nostálgica y sumamente colorida, La Habana te ofrece un viaje distinto por una ciudad que se detuvo en el tiempo. Caminar por sus calles angostas, disfrutar de su arquitectura de época, sentir los aromas, y sus ritmos te fascinará.
El barco atraca y antes de que los pasajeros desembarquen, algún tripulante les informa:
“Este no es un puerto normal. Aquí son ellos los que establecen las reglas, no nosotros”
Después del fallido intento de derrocar a Fidel Castro en la década del 60, Washington impuso un embargo comercial a Cuba y desde ese momento pasaron más de 50 años sin relaciones diplomáticos entre Estados Unidos y Cuba. Durante la Administración del presidente Barack Obama, los dos gobiernos volvieron a acercarse, pero con la presidencia de Trump, las relaciones se enturbiaron un poco.
De cualquier manera, son varias las navieras que ahora atracan en la isla. Es interesante elegir alguna que "duerma" al menos dos noches en La Habana, para poder usar el barco de hotel, bajando bien temprano porque hay mucho para recorrer y fotografiar.
La Habana Vieja es famosa por sus plazas, monumentos, iglesias, coloridos edificios que dan testimonio de su dorada época colonial, sus castillos y fortalezas, que alguna vez protegieron a la ciudad de los piratas. Figura en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Si toda la isla garantiza un viaje en el tiempo, en la Habana Vieja esa expresión cobra su máximo sentido
Los guías turísticos cubanos te llevarán directo a tomar un Cuba Libre en “La Floridita”, el bar que solía frecuentar el escritor estadounidense Ernest Hemingway y también será infaltable la visita a “La Bodeguita del Medio”, un lugar de peregrinación para los fans de Hemingway, aunque no hay ninguna certeza si el escritor alguna vez estuvo en este bar.
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Podrás elegir un tour privado en uno de los legendarios coches antiguos estadounidenses, o hacer una visita al cementerio Cristóbal Colón, donde los imponentes mausoleos no son el motivo más fotografiado, sino que todos los pasajeros siguen fotografiando los autos antiguos estacionados en el cementerio.
Todos quieren una foto de los Chevrolets cromados y de los Fords pintados de rosa vivo de los años 50 y 60
Y por supuesto el recorrido obligado por el Malecón, el famoso paseo marítimo de La Habana, y la compra de algunos puros, que no son baratos, pero que todos quieren llevar.
Es muy poco tiempo, a nadie le alcanza, todos quieren más, pero al menos te irás con una idea de lo que es La Habana.