En 1896, en la esquina de Callao y Bartolomé Mitre, un asturiano y un gallego, Manuel Fernández y Ramiro Castaño, inauguraron el restaurante El Tropezón, que con el tiempo fue uno de los lugares más emblemáticos de la Ciudad de Buenos Aires.
123 años después la Legislatura de la Ciudad declaró a El Tropezón sitio de interés cultural de la ciudad de Buenos Aires
Restaurante El Tropezón
En 1901 el restaurante se mudó a Callao y Cangallo (hoy Perón) hasta 1925, que por un derrumbe se arruinó el salón y volvieron a mudarse.
Dónde queda El Tropezón
El 10 de febrero de 1926 se reinauguró en Callao 248 y siguió recibiendo comensales, se volvió a cerrar unos años y luego de ser comprado por alguien que no sabía lo que compraba, comenzó nuevamente su crecimiento hasta los días de hoy en que es un éxito. Con menú ejecutivo los mediodías, hace gala de deliciosos platos servidos en un bellísimo salón.
La Mesa 48 de Gardel
Pasaron grandes figuras a disfrutar de este lugar, del deporte, la música y de la cultura: Federico García Lorca, Irineo Leguisamo, Lola Membrives, los Discépolo, Aníbal Troilo, Ricardo Balbín, Alfredo Palacios, Irigoyen y Carlos Gardel, entre otros.
Carlos Gardel ocupaba siempre la mesa 48, mesa que hoy es muy fotografiada
Fue en 2017 cuando El Tropezón recuperó su magia, cuando Raquel Rodrigo y su esposo compraran la propiedad sin saber el valor patrimonial e histórico que estaban adquiriendo.
Historia de El Tropezón
“El 12 de septiembre del 2017 con mi marido estábamos buscando un estacionamiento para comprar por el centro, ya que tenemos cadenas de estacionamientos. Nos encontramos con el lugar cerrado y sin saber qué era el local que estaba al lado, nos ofrecieron comprar el estacionamiento y el lugar a un precio razonable. Un mes después, pasé nuevamente por la puerta y me di cuenta de que era el icónico restaurante del que tanto escuchaba hablar en mi casa cuando era chica. No podía creer que había comprado El Tropezón”, cuenta Raquel Rodrigo, quien a raíz de la compra tomó la decisión de dedicarse a la gastronomía.
Así, el Tropezón volvió a abrir sus puertas y Buenos Aires recuperó la joya gastronómica.
“Para mí fue una señal. Compré un lugar así sin querer comprarlo y mi hijo que es abogado me compró la marca y la reservó. Todo se dio como si estuviese premeditado, casi como una especie de misión: la de recuperar una joya maravillosa que estaba perdida y devolvérsela a Buenos Aires”.
“Cuando era chica no fui nunca a El Tropezón, pero solía escuchar anécdotas de grandes artistas que fueron a cenar al lugar. En mi casa me crié sin televisión hasta los 12 años, por ende escuchaba tango todo el tiempo y hoy tengo un amor tan grande por el género musical que para mí es un placer ser parte de un lugar así que tenga esas raíces”, enfatizó Rodrigo.
Se renovó respetando el ambiente de tango y reunión que lo caracterizó siempre. “Todo se dio a la perfección. Cuando estaba decorando el lugar, fui a San Telmo porque quería tres arañas francesas para colgar y el dueño del lugar me dijo "no puedo creer la suerte que tenés, me quedan las últimas tres", la verdad es que las cosas se me presentaron casi en bandeja, lo que me permitió disfrutar de este lugar tan importante para Buenos Aires. Tener este lugar me cambió la vida emocionalmente, me llena de gratitud ser parte de esto”, confesó Rodrigo.
“El Tropezón es uno de los lugares más antiguos de la ciudad de Buenos Aires, que luego de mucho tiempo se volvió a abrir. Por ende, el esfuerzo es doble y así fue que lo declaramos Sitio de Interés Cultural. Es importante este reconocimiento porque es una demarcación que habilita al ciudadano a conocer un poco más de los lugares que transita habitualmente y que lo invita a prestar atención a mirarlo con otros ojos, ya que fue parte de la historia y de los orígenes de la Ciudad", cuenta el diputado Omar Abboud, impulsor del proyecto para distinguir al restaurante.
Con una carta de menú “española y porteña” y una atención magnífica El Tropezón se ha convertido en un lugar tradicional para el encuentro, ya sea saboreando un café, un aperitivo, o comiendo algo rico con amigos o en familia.