
Portofino, pueblo antiguo y elegante, se asoma a un mar de una belleza indescriptible. Es una joya del paisaje italiano frecuentada desde siempre por personajes del mundo del espectáculo, de la cultura y de las finanzas. Qué ver en Portofino, un lugar que concentra en pocos metros toda la elegancia del Mediterráneo: fachadas en tonos pastel, yates de lujo balanceándose en el puerto y callecitas empedradas que huelen a sal, limones y focaccia recién horneada.
Portofino qué ver
Un antiguo pueblo de pescadores convertido en refugio de famosos, románticos empedernidos y amantes de la dolce vita que buscan un rincón exclusivo sin renunciar al encanto auténtico de Italia.
Portofino, ese pequeño puerto de casas de colores que se refleja en las aguas azules del Mediterráneo, es uno de los rincones más fotogénicos de Italia. Antiguo pueblo de pescadores y hoy destino de famosos, parejas y viajeros que buscan exclusividad, Portofino se ha ganado con creces el título de joya de la Riviera italiana gracias a su mezcla de glamour, naturaleza y encanto auténtico.

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Dónde está Portofino y cómo llegar
Portofino se encuentra en la costa noroeste de Italia, en la región de Liguria, dentro de la famosa Riviera italiana y muy cerca de la ciudad de Génova. Rodeado por un promontorio verde y protegido por un parque natural, su ubicación lo convierte en una parada ideal dentro de una ruta por la costa ligur que incluya destinos como Cinque Terre, Santa Margherita Ligure o Rapallo.
Llegar a Portofino es más sencillo de lo que parece cuando se mira el mapa. La gran puerta de entrada es Génova, que cuenta con aeropuerto y conexiones ferroviarias con otras grandes ciudades italianas como Milán, Roma o Florencia.
Desde Génova puedes llegar a Santa Margherita Ligure en tren regional y, desde allí, continuar en autobús o ferry hasta Portofino. Otra opción es alquilar coche y conducir por la costa, pero hay que tener en cuenta que el acceso en vehículo privado es limitado y el aparcamiento, muy caro y escaso.
Cómo ir a Portofino desde Génova
Si te preguntas cómo llegar a Portofino desde Génova, la combinación más práctica suele ser tren + autobús o ferry. Desde la estación Genova Brignole salen trenes regionales muy frecuentes hacia Santa Margherita Ligure, con un trayecto de unos 30–40 minutos. Una vez allí, frente a la estación encontrarás la parada de autobús que lleva hasta Portofino en unos 15–20 minutos, bordeando la costa y regalando vistas al mar casi todo el camino.
Quienes prefieran una experiencia más escénica pueden optar por el ferry entre Santa Margherita Ligure y Portofino. En temporada alta, varias compañías operan barcos que conectan ambos puertos en pocos minutos, con el plus de poder fotografiar el perfil de Portofino desde el mar. También es posible contratar traslados privados o llegar en barco privado o velero si se busca una experiencia aún más exclusiva.

Las casas coloradas se colocan una cerca de la otra como las piezas de un mosaico precioso, a los pies de un promontorio cubierto de exuberante vegetación
Llegar en coche, tren o ferry
Ir a Portofino en coche puede ser tentador, pero no siempre es la opción más cómoda. La carretera es estrecha y sinuosa, el tráfico en temporada alta es intenso y el aparcamiento se concentra en un único parking de pago que suele llenarse rápido y tiene tarifas elevadas. Por eso, muchos viajeros optan por dejar el coche en Santa Margherita Ligure o Rapallo y continuar el tramo final en autobús o barco.
El tren es la forma más eficiente de moverse por la Riviera italiana y conectar con Portofino. Aunque el pueblo no tiene estación propia, la parada de Santa Margherita Ligure–Portofino funciona como eje principal. Desde allí, autobuses regulares y ferris hacen que el último tramo sea sencillo incluso para una visita de un solo día.
El ferry es, sin duda, la opción más pintoresca para llegar, especialmente en verano, cuando el cielo azul y las fachadas de colores de Portofino se van revelando poco a poco desde el agua.

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El mar alrededor del promontorio, es una zona marina protegida, establecida para tutelar la riqueza y la rareza de los fondos marinos donde habitan gorgonias, esponjas, madréporas, corales, las praderas de posidonia y el precioso coral rojo.

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Qué ver en Portofino
Aunque Portofino es pequeño, hay muchas cosas que ver si se recorre con calma. En uno o dos días podrás disfrutar de sus principales rincones, combinar paseos con miradores y algo de playa, y saborear la gastronomía local. Lo ideal es llegar temprano para evitar a los grupos organizados y disfrutar de la luz suave de la mañana sobre el puerto.
El corazón de Portofino se recorre en pocos minutos, pero el verdadero encanto está en detenerse: observar los barcos que llegan y salen, escuchar el tintinear de los mástiles, asomarse a los callejones que suben hacia la iglesia y dejarse sorprender por pequeñas plazas y terrazas escondidas. Con algo más de tiempo, es posible combinar la visita al pueblo con senderos costeros dentro del parque natural o una escapada en barco a calas cercanas.
La Piazzetta y el puerto
La famosa Piazzetta de Portofino es el escenario principal del pueblo, una pequeña plaza abierta al mar donde se alinean cafés, restaurantes y boutiques con vistas directas al puerto. Desde aquí se obtienen las fotos más icónicas: las fachadas en tonos pastel, los contraventanas verdes, las barcas de pescadores mezcladas con yates de lujo y el promontorio coronado por el castillo.
Sentarse en una terraza de la Piazzetta con un café, un spritz o un helado es casi una obligación para empaparse de la atmósfera del lugar. Los precios son más altos que en otros pueblos de la zona, pero es parte del “peaje” por saborear la dolce vita frente a uno de los puertos más fotografiados de Italia.
Un buen truco es alejarse uno o dos callejones hacia el interior para encontrar bares y restaurantes algo más económicos.
Miradores, castillo y faro
Además del puerto, una de las mejores cosas que hacer en Portofino es subir a sus miradores. El sendero que parte desde la iglesia de San Giorgio lleva en pocos minutos a una terraza natural con vistas panorámicas al pueblo y al mar. La iglesia, sencilla y pintoresca, se asoma directamente al acantilado y guarda un pequeño cementerio con vistas espectaculares.
Más arriba se encuentra el Castello Brown, una antigua fortaleza convertida hoy en espacio expositivo y mirador privilegiado. Desde sus jardines y terrazas se obtiene la postal perfecta de Portofino, con las casitas de colores apretadas en torno al puerto y el azul intenso del Mediterráneo al fondo.

Si se continúa el sendero hacia el faro de Portofino, el paisaje se vuelve aún más salvaje, con vistas abiertas a la costa y al mar, ideales para disfrutar al atardecer.

Playas y calas cercanas
Aunque el propio Portofino no destaca por grandes playas de arena, en los alrededores hay calas y zonas de baño que merecen la pena. Una de las más conocidas es Paraggi, una pequeña bahía de aguas turquesas situada entre Santa Margherita Ligure y Portofino, famosa por su color intenso y por ser un lugar ideal para nadar o hacer snorkel.
Desde el puerto también es posible tomar pequeños barcos o kayaks para explorar otras calas escondidas dentro del Parque Natural de Portofino. Algunas zonas cuentan con plataformas sobre las rocas para tomar el sol y acceder al mar, muy típicas de la costa ligur. Llevar calzado adecuado para roca y no olvidar gafas de buceo ayuda a disfrutar mejor de estos rincones.
Otro placer es pasear en barca y disfrutar de ese bellísimo mar.

Dónde dormir en Portofino
Dormir en Portofino es un lujo en todos los sentidos: por el entorno y por el presupuesto. El pueblo ofrece principalmente hoteles boutique y alojamientos de gama media-alta a alta, muchos de ellos con vistas directas al puerto o al mar. Quienes sueñen con despertar frente a la Piazzetta o con una terraza sobre los tejados de colores encontrarán opciones, pero deben reservar con mucha antelación, especialmente en verano.
Para viajeros con presupuesto ajustado, una estrategia muy habitual es alojarse en Santa Margherita Ligure, Rapallo u otros pueblos cercanos y visitar Portofino en excursiones de día. Estas localidades ofrecen una oferta hotelera más amplia y variada, con precios más razonables, sin renunciar al ambiente costero de la Riviera italiana.
Hoteles de lujo con vistas al puerto
Portofino es sinónimo de glamour, y sus hoteles de lujo lo reflejan con habitaciones elegantes, vistas al mar y servicios exclusivos. Muchos de estos alojamientos ocupan antiguas villas o edificios históricos decorados con estilo clásico italiano, terrazas con flores y piscinas con vistas al Mediterráneo.
Si el presupuesto lo permite, pasar al menos una noche en uno de estos hoteles puede convertir el viaje en una experiencia inolvidable: desayunos con vistas a los yates, puestas de sol desde el balcón y la posibilidad de pasear por el pueblo cuando la mayoría de los visitantes de día ya se han ido. Es en esas primeras y últimas horas del día cuando Portofino muestra su lado más tranquilo y auténtico.
Alojamiento más económico en pueblos cercanos
Para quienes viajan con un presupuesto más contenido, alojarse fuera de Portofino es la mejor opción. Pueblos como Santa Margherita Ligure, Rapallo o incluso Camogli cuentan con una mayor variedad de hoteles, apartamentos y pensiones a precios mucho más asequibles. Además, ofrecen su propio encanto, con paseos marítimos, playas y restaurantes donde los precios se relajan un poco.
Gracias a las buenas conexiones de transporte, es fácil madrugar, tomar un autobús o ferry temprano y llegar a Portofino antes de la multitud. De esta forma se disfruta del pueblo con más calma y se regresa al alojamiento en una localidad cercana para cenar y dormir, equilibrando experiencia y presupuesto.
Mejor época para visitar Portofino
La mejor época para viajar a Portofino suele ser la primavera (abril–junio) y el principio del otoño (septiembre–octubre). En estos meses el clima es agradable, el mar empieza a tener buena temperatura para bañarse y el pueblo está animado pero no tan masificado como en pleno verano. Además, los precios de alojamiento y servicios pueden ser algo más moderados fuera de la temporada altísima.
Julio y agosto concentran la mayor cantidad de turistas, tanto internacionales como italianos, lo que se traduce en más gente, más calor y precios más elevados. En invierno, en cambio, el ambiente es mucho más tranquilo e incluso algo adormecido, con algunos servicios reducidos, pero puede resultar atractivo para quienes buscan una escapada íntima y sin multitudes.






