Las aerolíneas "low cost" desembarcaron en Argentina alentadas por las políticas de apertura del actual presidente Mauricio Macri, buscando desarrollar en el octavo país más extenso del mundo lo que ya han conseguido en otras partes del mundo. 40 millones de habitantes y más de 5000 kilometros de distancia de norte a sur hacían ver a este país como “la tierra prometida” para las empresas de aviación.
Pero no todo viene resultando como se lo esperaban y ya se encontraron con impedimentos notorios que no les permiten “levantar vuelo” y desbancar a los colectivos de larga distancia, que son hoy en día el principal medio de transporte, algo a los que los argentinos ya se han acostumbrado tras décadas de altísimos precios en pasajes aéreos.
El Gobierno de Macri prevé que de aquí a 2019 se puede duplicar el tráfico aéreo. El potencial es tan grande que las low cost están dispuestas a invertir en Argentina pero la falta de infraestructuras y el rechazo de los sindicatos son otras de las complicaciones para la "revolución de los aviones" anunciada por el macrismo.
"Vemos Argentina casi como una tierra de promisión por las posibilidades del país per se y porque en términos de desarrollo de la industria aeronáutica están muy por detrás de otros países de la región", señalan desde Norwegian.
Ejemplos para graficar el potencial hay muchos. Por citar alguno, solo basta con saber que volar un fin de semana de octubre desde Buenos Aires hasta las cataratas de Iguazú, uno de los principales destinos turísticos de Argentina, sale por unos 3.500 pesos (poco más de 200 dólares) con Andes, una aerolínea de bajo costo que comenzó a operar esa ruta hace dos meses. En colectivo son solo 30 dólares menos, pero 15 horas más de trayecto.
Citado por el periódico El País, Fernando Dozo, profesor de Política aérea y exgerente de Aerolíneas Argentinas explica que "Hablar de low cost es una exageración. Los precios de otros países acá no son posibles. El campo de acción está regulado" y agrega que “Desde el punto de vista aeronáutico, Argentina está muy atrasada, se maneja con criterios de hace 30 años. Hay un cuasi monopolio estatal y regulaciones absurdas que no existen en el resto del planeta”.
Entre ellas Dozo destaca que "las tarifas mínimas las fija el Gobierno, el precio del combustible también está regulado, los convenios laborales fijan la materia salarial, no hay aeropuertos alternativos y hay horario reducido en muchos aeropuertos".
Por otro lado, Pablo Biro, secretario general de Apla, el sindicato de los pilotos asegura que "En Argentina hay problemas serios en radares, servicios de comunicación, faltan controladores aéreos, los sistemas de radioayuda tienen falencias...Una expansión rápida estaría emparejada a un aumento de la inseguridad".
Pero de todos modos las leyes naturales del mercado están empezando a hacerse sentir. En ese sentido, para poder competir con las low cost, Aerolíneas Argentinas ha lanzado algunas ofertas que de algún modo comienzan a acercar los valores del transporte aéreo y el terrestre. Pero ninguno de estos precios se asemeja por ahora a los de los países vecinos, como Chile y Brasil.
Un billete de Santiago de Chile a Calama, puerta de entrada para ir al desierto de Atacama, sale unos 100 dólares, la mitad que a Iguazú aunque la distancia es superior.
En su momento, antes de que el desembarco de estas líneas aéreas comenzara, el propio ministro de Transporte de la Nación, Guillermo Dietrich, había aclarado que las líneas aéreas que operarían en la Argentina no iban a ser "low cost", sino empresas que ofrecen tarifas bajas. "Y el costo de esas tarifas es a arbitrio exclusivo de cada empresa", advirtió entonces.
Esto no quita que el plan del gobierno de incrementar la infraestructura aeronáutica y aumentar los puestos de trabajo en ese terreno se mantenga firme y con un norte definido. Pero a las empresas les resulta imposible hoy ofrecer un vuelo de Buenos Aires a Córdoba por diez dólares, para citar un ejemplo que puede sonar ridículo pero que está en el corazón del negocio low cost.
Y principalmente consideran los involucrados que uno de los mayores impedimentos está en que existen costos operativos y salariales difíciles de reducir.