Tras recibir unos 3,6 millones de turistas de todo el mundo, Nueva Zelanda busca más visitantes del Cono Sur latinoamericano, en especial para otoño e invierno, por lo que desarrolló el "2º Kiwi Link" en Argentina, para capacitar a agentes de viajes locales en la venta turística de su país.
El director global de Comercio, Relaciones Públicas y Eventos de Turismo de Nueva Zelanda, destacó que "en los últimos dos años se triplicó la cantidad de turistas argentinos que viajan a Nueva Zelanda, empujados fundamentalmente por la posibilidad de volar en forma directa".
"Tenemos aproximadamente unos 17 mil argentinos en el último año, no sólo por turismo de ocio, sino muchos también por turismo de negocios y educativo", precisó el directivo.
Nueva Zelanda es un país pequeño, similar en tamaño a Gran Bretaña o Japón, con una población de solo cuatro millones de habitantes.
Población
Con una historia que combina la cultura maorí, europea, asiática y de las islas del Pacífico, Nueva Zelanda se ha convertido en una población mixta, pero con características que la hacen única en el mundo.
En la actualidad, de los 4,4 millones de neozelandeses, aproximadamente el 69 % son de origen europeo, el 14,6 % son indígenas maoríes, el 9,2 % son asiáticos y el 6,9 % corresponde a no maoríes de las islas del Pacífico.
Geográficamente, más de tres cuartos de la población vive en la Isla Norte y un tercio de la población total vive en Auckland. La mayor parte de los neozelandeses restantes habitan en las otras ciudades principales: Wellington, Christchurch y Hamilton.
Primeros viajeros
Más de 400 años antes de que Cristóbal Colón y el resto de Europa se preocupara de caer por el borde del mundo, el pueblo maorí viajó miles de millas por el vasto y desconocido océano Pacífico en pequeñas canoas, para convertirse en los primeros habitantes de Aotearoa Nueva Zelanda. Hasta hoy en día, la cultura maorí es un elemento central de la identidad nacional de Nueva Zelanda.
Los fuertes pioneros
Los pioneros europeos de Nueva Zelanda también eran valientes, fuertes e independientes. Antes de establecer sus granjas y asentamientos, tuvieron que limpiar la tierra, una actividad que requería ser meticuloso y que a veces resultaba peligrosa. Su aislamiento y exposición a los elementos forzaron a estos nuevos neozelandeses a volverse más duros y a desarrollar diversas habilidades.
Esta iniciativa e ingenio contribuyó significativamente al carácter de Nueva Zelanda. Las mismas cualidades se pueden apreciar hoy en los nuevos pioneros, una generación de jóvenes ejecutivos, desarrolladores de software, directores de cine, diseñadores de moda y deportistas que se destacan en todo el mundo.