En París, la ciudad de la luz, abundan los restaurantes y cafés legendarios henchidos de historia, cultura y glamour. Lugares antaño frecuentados por grandes figuras artísticas y literarias en los que se respira París por todos sus poros.
He aquí tres de esos rincones especiales e inolvidables
Drouant – 18/16 Rue Gaillon
Fundado en 1880, este histórico y elegantísimo restaurante parisino es, desde 1914, la sede y lugar de celebración de los prestigiosos premios literarios Goncourt y Renaudot.
Situado en el vecindario de Ópera, este local invita a descubrir sus cinco salones los siete días de la semana. Es un espacio decorado con sumo gusto: mesas y sillas negras, muros dorados y una hermosa terraza para los días soleados. La carta permite a cada cual comer según su humor y apetito. Cuenta con miniplatos para poder probar de todo un poco: gazpacho de tomates, gambas laqueadas, foie de cordero de Corrèze y cabillaud asado, entre otras lindezas gastronómicas.
Café de Flore - 172 Boulevard Saint-Germain
El lugar más emblemático del París de los grandes artistas es Saint-Germain, el barrio exclusivo donde se han entremezclado diversas corrientes artísticas y literarias. Café de Flore apareció al inicio de la Tercera República, en 1887. A lo largo de sus más de 100 años de historia, sus paredes han visto y escuchado a muchos personajes ilustres, entre ellos, Albert Camus, Tristan Tzara, Alberto Giacometti o Salvador Dalí. Más tarde fue lugar de reunión de grandes modistos, como Yves Saint Laurent, Pierre Bergé, Marcel Rochas, Gunnar Larsen, Hubert de Givenchy, Karl Lagerfeld o Paco Rabanne.
Maxim’s de París 3 Rue Royale
La leyenda de Maxim’s comienza en 1893, cuando Maxime Gaillard, un camarero, abre un pequeño restaurante que pronto sería apreciado por el París de la Belle Époque.
Durante la ocupación alemana de la Segunda Guerra Mundial llegó a ser el restaurante preferido de los oficiales alemanes. Tras la liberación fue el lugar de atracción de las grandes figuras del cine de la época. Aristóteles Onassis y María Callas se encontraron allí con Marlene Dietrich y Martine Carol. En la década de 1980, el modisto Pierre Cardin compró el Maxim’s y lo convirtió en lugar de moda de millonarios y celebridades dados a la vida ociosa y relajada que los italianos denominan dolce far niente. Actualmente, es un museo consagrado al art nouveau, un cabaret, un restaurante y un espacio de diversión para jóvenes.