Quien ha visitado Paris sabe que los cafés son lugares muy importantes para la vida social de los parisinos y difícilmente exista otra ciudad con tantos cafés hermosos y famosos. Hoy te contamos del café más antiguo de París, hoy bellísimo restaurante que mantiene la decoración original: Le Procope.
Estar en París y no visitar el Procope constituye históricamente hablando casi una herejía
Procope es el café más antiguo de París -fue fundado en 1686- y fue el primer café literario. Cuna y testigo de la Revolución Francesa, supo sobrevivir a las turbulencias que entonces asolaron París.
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En la hermosa fachada con sus balcones de hierro forjado encontrarás retratos de muchas personalidades: todo el restaurante está verdaderamente habitado por estos cuatro siglos de historia y cultura.
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El prestigioso interior habla por sí mismo: espejos, asientos de cuero rojo, vajilla refinada, retratos, lámparas elegantes, bibliotecas de libros antiguos, es mágico y fascina a quien lo visita.
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En la pared de uno de los comedores privados se encuentra la Declaración de los Derechos Humanos que data de 1789.
Los huéspedes disfrutarán de un momento muy agradable en este establecimiento, vigilado por un amistoso Voltaire
Es un placer disfrutar de una comida en un entorno tan agradable, ya que el lugar es único, la historia y la autenticidad son huéspedes de su mesa. Y hay numerosas alcobas, comedores privados, dos de ellos verdaderamente íntimos.
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El chef y su brigada ofrecen una cocina tradicional llena de sabores, mientras que el equipo de servicio es discreto y profesional. Los huéspedes quedarán encantados con el redescubrimiento de los verdaderos valores de la cocina gourmet francesa.
Hay un menú y también algunos platos que hacen que sea muy asequible poder sentarse a disfrutar de este lugar
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Procope vio nacer los primeros capítulos de la Constitución Americana escrita por Benjamin Franklin. Fue punto de reunión de muchos pensadores de la época entre los que podemos nombrar a Molière, Musset, Verlaine, Georges Sand, Diderot, Rousseau, Danton, Marat, Voltaire.
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Este lugar que se conserva tal y como se creó, sigue recibiendo a nuevas glorias, curiosos y contemporáneos pensadores, que conviven con viejos fantasmas cuyos espíritus no parecen querer abandonar el lugar.
Los pensamientos de Rousseau aparecen grabados en las paredes de los diferentes salones, como si el filósofo hubiera intuido que el café perduraría en el tiempo.
El despacho de Voltaire, intacto, ocupa un lugar preferente entre la escalera de acceso y la entrada a los comedores. Un lugar privilegiado para que su alma analice la nueva sociedad y escriba nuevas críticas llenas de la ironía que le caracterizó.
Para visitarlo hay dos accesos:
El principal se encuentra en el número 13 de la rue de l’Ancienne Comédie, a unos pasos de Odéon y de la Iglesia de Saint-Germain-des-Prés.
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También se puede entrar por una calle peatonal del pasaje Saint-André.
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En este pasaje, lleno de cafés y tiendas, encontrarás restos de lo que se considera el muro más viejo de París, se trata de la muralla de Felipe Augusto, erigida a principios del siglo XIII: lo encontrarás sobre el nº 4, cuidado con el adoquinado del suelo que es original. Este es un bellísimo pasaje.
