Se trata de una caso muy singular en el mundo. Es un pequelo islote, de 5000 metros cuadrados, ubicado entre Irún y Hendaya, sobre el río Bidasoa que separa a estas dos poblaciones fronterizas de España y Francia.
Se la conoce, en español, como la Isla de los Faisanes y el rasgo más llamativo de este lugar es que pertenece seis meses a España y seis meses a Francia desde hace más de un siglo. De hecho, cada medio año pasa mediante un sencillo trámite administrativo de manos españolas a manos galas, y llegado el mes de enero vuelve a sus anteriores dueños.
Francia y España comparten la jurisdicción de la isla, asumiendo Francia la soberanía durante los meses de agosto, septiembre, octubre, noviembre, diciembre y enero. España, por su parte, controla la isla en febrero, marzo, abril, mayo, junio y julio.
El objetivo original del acuerdo firmado en el tratado de Bayona de 1856 era evitar que la isla se convirtiera en un territorio no legislado, y poner fin a las diferencias entre los pescadores de las dos riberas del río Bidasoa.
Así, desde finales del siglo XIX, los dos países cedieron la jurisdicción y orden de la isla a los dos comandantes de las Estaciones Navales ribereñas de Fuenterrabía-Hondarribia y Hendaya. Dichos Comandantes son hoy en día representados por los Comandantes Navales de Bayona y San Sebastián; relevándose al frente de la jurisdicción de la isla la mitad del año cada uno.
La isla ha tenido inclusive su importancia en la historia de Europa. Durante los numerosos conflictos militares de los siglos XVI y XVII, la Isla de los Faisanes –considerada tierra neutral– sirvió para el intercambio de prisioneros entre ambos países.
Pero el hecho más importante ocurrido en la isla fue la firma del tratado de la Paz de los Pirineos en 1659 que supuso el final definitivo de la Guerra de los Treinta Años.
En sus 215 metros de largo y 38 de ancho con forma ovalada, solo hay una treintena de chopos, algo de maleza, hierba corta, piedras y un monolito que recuerda ese momento cumbre en la historia del islote.
Lo que no hay en la Isla de los Faisanes son faisanes, como lamentó el escritor francés Victor Hugo en su visita de 1843. "Lo más una vaca y tres patos, sin duda comparsas alquilados para hacer el papel de faisanes para los visitantes".