Frente a las costas de Sorrento, recortada en el Mar Mediterráneo, Capri es un territorio de mitos y leyendas. En 1826 un pescador le mostró al pintor alemán August Kopisch la "secreta" gruta Azul y desde ese día Capri se convirtió en un destino masivo de turismo.
Los visitantes que llegan y logran entrar a la cueva, deben tener cuidado con sus cabeza. Lo mejor es tumbarse sobre la barca. Es que la entrada a esta gruta marina, una de las más espectaculares y famosas de la isla, sólo está a un metro sobre el mar.
Sin lugar a dudas su simpleza y belleza hacen de este lugar todo un espectáculo natural para maravillarse. Se trata de una cavidad de unos 60 metros de largo y 25 de ancho, aunque la entrada mide sólo 1 metro de largo y 2 de ancho.
En el interior de la gruta el mar parece estar iluminado por debajo del agua. La razón es una abertura que hay bajo la entrada de la cueva que permite la entrada de la luz del sol dando al agua un color azul intenso. Todo un espectáculo.
Además de su belleza, la gruta alberga su encanto en la gran cantidad de leyendas y mitos sobre ella. Se dice que importantes dirigentes de Roma como Augusto o Tiberio utilizaban como baño privado la gruta. Por esto, muchos pescadores aconsejaban no entrar a la cueva porque se dice que los fantasmas de Tiberio y Augusto aún habitan el lugar.