
En un mundo en el que el turismo busca cada vez más experiencias personalizadas, educativas y memorables, una tendencia ha comenzado a destacarse con fuerza: dormir en museos y acuarios. Esta opción, que puede sonar insólita en primera instancia, se ha vuelto una propuesta atractiva tanto para familias como para viajeros solitarios, grupos escolares y amantes de la cultura. Ya no se trata solo de recorrer un museo durante el día, sino de habitarlo por una noche y vivir una aventura distinta, cargada de significado.
La posibilidad de pasar la noche en un acuario, entre peces, tiburones y luces tenues, o en un museo rodeado de arte o historia, transforma el concepto tradicional de hospedaje. No se trata solo de dormir, sino de habitar espacios pensados para la contemplación, el aprendizaje y el asombro, fuera del horario habitual y con propuestas diseñadas especialmente para estas experiencias nocturnas.
Vivir una noche en un museo o acuario permite a los visitantes descubrir estos espacios desde una perspectiva diferente. Cuando las puertas se cierran al público general, comienza una experiencia exclusiva que puede incluir visitas guiadas nocturnas, talleres, charlas, juegos interactivos y actividades temáticas. Además, el ambiente nocturno y el silencio permiten una conexión más íntima con el lugar y sus contenidos.

Los programas varían según el espacio, pero suelen estar diseñados para fomentar el interés por el arte, la ciencia o la naturaleza. Esta inmersión profunda resulta especialmente atractiva para niños y adolescentes, que se sienten parte de una especie de expedición dentro de un espacio normalmente restringido. En muchos casos, estas experiencias están pensadas para fortalecer la vocación científica o artística desde edades tempranas.
En distintos puntos del mundo, los museos han comenzado a ofrecer esta opción como parte de sus programas educativos y de acercamiento al público. Algunos de los museos más emblemáticos incluyen estancias que permiten a los visitantes pasar la noche en salas temáticas, a veces incluso bajo un enorme esqueleto de dinosaurio o rodeados de momias egipcias.
Estos programas no son exclusivos para niños. Algunos museos organizan veladas nocturnas para adultos, con propuestas que pueden incluir visitas privadas, cenas temáticas, proyecciones de cine o charlas con especialistas. Se trata de una manera distinta de conectar con la cultura, más relajada y vivencial, que rompe con la lógica tradicional de la visita diurna.
En los acuarios, la propuesta tiene un encanto especial. Dormir rodeado de enormes tanques donde nadan tiburones, mantarrayas o tortugas es una experiencia difícil de olvidar. El juego de luces, los sonidos del agua y la posibilidad de observar a los animales en un horario diferente generan una atmósfera casi mágica.
Muchos acuarios del mundo han incorporado esta tendencia, ofreciendo noches temáticas que incluyen actividades para conocer mejor el comportamiento de los animales, juegos educativos, charlas con biólogos marinos y recorridos especiales. Algunas de estas experiencias permiten acampar literalmente frente a los vidrios del acuario, mientras los peces continúan su rutina nocturna.

¿Dónde se puede dormir en un museo o acuario?
Aunque cada vez son más los lugares que ofrecen esta posibilidad, algunas de las experiencias más conocidas se encuentran en grandes ciudades de Europa, Estados Unidos y Asia. En muchos casos, los museos de ciencia natural y los acuarios son los que más impulsan esta tendencia, pero también hay museos de arte, de historia e incluso tecnológicos que han comenzado a ofrecer pernoctaciones temáticas.
Algunos espacios lo hacen como parte de programas escolares, pero otros abren esta opción al público general en fechas especiales o bajo reserva previa. En todos los casos, conviene informarse con antelación, ya que los cupos suelen ser limitados y la demanda ha ido en aumento.
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