No podés dormir. La ansiedad te ahoga, mirás el reloj y solo hace una hora que estás volando, te duelen las piernas o la espalda, la comida no te gusta, hace frío, no encontrás espacio para tus piernas y el nene del asiento de atrás patea tu respaldo. ¿Te resulta familiar?
La mayoría de nosotros hemos experimentado ciertos niveles de incomodidad en un avión. Viajar en clase turista en un vuelo transatlántico, que dura tantísimas horas, no suele ser algo placentero.
Los aviones modernos suelen volar a una altura de entre 1.828 y 2.438 metros, lo cual equivale a la altura de una montaña pequeña. Por eso hay menos oxígeno.
También hay otros factores de estrés, como los retrasos en el vuelo, los controles de seguridad, el ruido y las vibraciones a bordo, los cambios de temperatura, la humedad, la falta de espacio y el jet lag.
Hay formas de hacer que el viaje mucho más llevadero
Controlá el estrés revisando todo lo que necesitarás
Muchas personas no comprueban la documentación ni conocen sus horarios de vuelo o el aeropuerto al que deben ir. Lo comprueban todo el mismo día y eso no es suficiente.
"Escanea tu pasaporte y guárdalo en tu email, por si acaso"
Elegí tu asiento
Estudiá el avión y elegí tu asiento en plataformas digitales como Seat Guru (de Trip Advisor), que utiliza códigos de colores para distintas aeronaves y aerolíneas, aconsejando a los pasajeros los mejores asientos, y descartando los que estén muy cerca del baño o que no puedan reclinarse.
Si te sentás cerca de las alas del avión notarás menos las turbulencias. Y si te olvidaste de elegir tu asiento, pregunta en la puerta de embarque. Puede que haya alguno mejor si el vuelo no va lleno.
Viajá cómodo de ropa y con mínimo peso
Es importante tener en cuenta la actividad física que implica tomar un vuelo. Llevar más equipaje del que puedas manejar añade presión y malestar al viaje.
Comé liviano
Ayunar antes de un vuelo de larga distancia hará el jet-lag más llevadero. Investigadores de Harvard dicen que no comer nada unas 16 horas antes de subir al avión puede ayudar a los viajeros a ajustarse más fácilmente a la nueva zona horaria.
Si preferís comer algo, no optes por comida grasienta o por fritos
Y evita las verduras que provocan gases, como cebollas, brócoli, coliflor, repollo o frijoles, además del alcohol y las bebidas gaseosas.
Una vez a bordo, elegí comida "saludable, ligera y fácil de digerir.
Bebé agua
En lo que respecta a líquidos, no te pongas límites. Incluso aunque estés en el asiento del medio y tengas que molestar a otros pasajeros para ir al baño.
"No beber líquidos es una de las razones por las que las infecciones de vejiga y cistitis son habituales entre las mujeres tras un vuelo de larga distancia".
Los especialistas aconsejan beber, al menos, medio litro de agua cada tres horas. Además, beber alcohol aumenta la deshidratación.
Si sentís que te falta el aire, ponete un paño húmedo en la cara y respira por la boca.
Intentar dormir bien
Dormir a bordo puede ser difícil para muchos, especialmente si viajás en clase turista. Llevá ropa suelta y muchas capas para sobrellevar las temperaturas cambiantes de los vuelos largos. Llevá también calcetines cómodos y una bufanda, o un gran pañuelo que puedas usar como manta.
También un antifaz de ojos y no te olvides de la almohada para el cuello.
"Si tu cuello cae para un lado, el flujo de oxígeno se interrumpe y te despertarás, lo cual hará el viaje más incómodo"
Bloqueá los ruidos
Los auriculares con cancelación activa del ruido son una manera agradable de bloquear el ruido de los motores y otras distracciones.
Los ruidos de cabina son más intensos que aquellos a los que normalmente estamos acostumbrados y llegan a superar los 80 decibelios en el despegue y en el aterrizaje. Algunos estudios dicen que el ruido de cabina afecta a nuestra memoria y nos causa fatiga.
Si realmente no podés dormir a bordo, optá por pastillas que se puedan adquirir sin receta. Por ejemplo, melatonina sintética o pastillas para dormir, aunque esto no funciona para todo el mundo.
Movete
Otro problema, especialmente en vuelos largos, es el riesgo de trombosis venosa profunda (TVP): la formación de coágulos de sangre en las venas que se produce cuando pasamos demasiado tiempo sentados.
Se nos hinchan los tobillos y los pies, y pueden dolernos las piernas
A veces, esos coágulos pueden extenderse hacia los pulmones, causando dolor en el pecho y dificultad respiratoria, o algo peor.
Si crees que tienes riesgo de sufrir TVP, consultá a tu médico antes de viajar y usá medias de compresión, que favorecen la circulación de la sangre.
Mantenerte en movimiento para evitar los coágulos de sangre puede ayudar.
Puede que todos estos consejos parezcan excesivos, pero no hay que subestimar los efectos de volar miles de kilómetros en esos pequeños espacios.