El Castillo de Hohenzollern, no solo es uno de los castillos más bonitos de Alemania, si no que es el prototipo del castillo ideal. En lo alto de una montaña, dominando todos los valles que lo circundan, con murallas que lo defienden y con sus almenas y torreones. Es lo que podríamos llamar, un castillo de película.
Se encuentra en el estado de Baden Wurtemberg, por lo que si vas a recorrer la Selva Negra, ponelo en tu lista para visitarlo. Está situado a 50 kilómetros de Stuttgart. Su ubicación en una cumbre a 855 metros lo hacen de ensueño, aunque el que vemos hoy es una reconstrucción homenaje a la dinastía Hohenzollern, que gobernó Prusia y Brandemburgo hasta el siglo XX.
El Castillo de Hohenzollern es una de las residencias más espectaculares de la familia Hohenzollern, que ha sido la que ha ostentado el poder político y económico de Prusia y Brandemburgo, lo que supone el germen del estado alemán, desde la edad media hasta finales de la I Guerra Mundial.
El castillo actual, sin embargo, no es el original. Después de varias reconstrucciones, pasada la guerra, los Habsburgo recuperan el control del castillo de Hohenzollern, el que terminó siendo abandonado a finales del siglo XIX y quedó en un estado semiruinoso que perduró en el tiempo.
Cuando Federico Guillermo IV de Prusia visitó la localización con el fin de rememorar desde donde sus antepasados habían dominado Prusia, no tuvo dudas y quiso construir nuevamente el castillo. Esta vez, sin embargo, se inspiró en una mezcla de estilo neogótico que recuerda algunos de los castillos ingleses y franceses.
Del segundo castillo sólo se conserva la Capilla de San Miguel, todo lo demás es nueva construcción. Sin embargo, para este tercer castillo se respetó la planta medieval del segundo castillo.
Finalmente, el actual Castillo de Hohenzollern es finalizado en tiempos ya de Guillermo I de Alemania, en 1867 y supone un versión caballeresca y menos fantástica del Romanticismo de Alemania, que tiene en el Castillo de Neuschwanstein, su versión más fantástica.
A pesar de la grandiosidad del castillo, éste está concebido a modo de homenaje, pues en realidad los Hohenzollern no vivieron nunca de manera continuada en la fortaleza.