El término “comida chatarra” se usa para describir los alimentos con poca cantidad de los nutrientes que el cuerpo necesita y con un alto contenido de grasa, azúcar y sal, elementos que el cuerpo puede obtener en exceso con mucha facilidad. Las papas fritas, las pizzas, las hamburguesas, las golosinas y las bebidas con gas son parte de este grupo no tan selecto.
Estas comidas aportan principalmente calorías, tienen pocos nutrientes y una elevada cantidad de azúcar y sal. Además son portadoras de grasas trans, grasas saturadas y varios colorantes y sabores artificiales. Según un estudio del Instituto de Medicina de la Academia Nacional de Ciencias (OIM), estas grasas aumentan el nivel de LDL o colesterol malo en la sangre y disminuyen el nivel de HDL o colesterol bueno.
La comida chatarra te vuelve distraído
Considerando los enormes perjuicios que esto trae a la población, los gobiernos han comenzado con sus programas públicos de salud una ardua cruzada contra estos alimentos, pero los locales de “Fast Food” siguen proliferando.
Y ahora, muchas ciudades europeas se suman a esta tarea. Las razones oscilan entre la promoción de la vida saludable, el coste para la salud pública de las enfermedades relacionadas con la obesidad, y la protección del patrimonio histórico frente a la masificación turística.
Este último motivo es el que esgrime Venecia. La ciudad, que vive una presión turística inédita (es visitada por 30 millones de personas y sólo tiene 50.000 residentes), prohibió la apertura de locales de comida rápida.
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Italia: contra la suciedad y a favor de la historia
El ayuntamiento no otorgará nuevas licencias a locales de pizza, kebabs y otros alimentos de elaboración rápida, o que se venden para comer en la vía pública. La medida se aplicará en Venecia, y en las vecinas islas de Murano y Burano, que también tienen una activa presencia turística, informa The Telegraph.
También Florencia quiere poner límites a la conducta incívica de sus visitantes con las comidas, y en el consistorio se barajó la idea de expulsar con chorros de agua a los turistas que se sientan a comer pizza u otras comidas en las escalinatas de iglesias y museos.
En Milán la llegada de Starbucks despertó una ola de indignación ciudadana. Este sería el primer local en Italia, pero la elección del lugar le está jugando una mala pasada: quiere instalarlo en una antigua oficina postal en Piazza Cordusio, no muy lejos de la plaza del Duomo, el corazón histórico de la ciudad.
Londres va con todo
En Londres los anuncios se prohibieron los anuncios de comida con alto contenido de grasa, sal o azúcar en los transportes públicos de la ciudad para combatir la obesidad infantil.
Y no solo se limitó los anuncios también se dio a la tarea de no elevar el consumo por lo que el alcalde Khan propuso que se impida la apertura de nuevos establecimientos de comida basura a menos de 400 metros de una escuela.
Un solo día de desorden alimenticio impacta en nuestra salud de inmediato
Impuestos a comidas y bebidas
Para evitar que la comida chatarra sea un perjuicio a la salud pública, en 2008 Japón creó un impuesto especial a estos alimentos, y el gobierno instó a los adultos de 40 a 75 años a realizarse chequeos periódicos para controlar su peso.
También México aplicó un impuesto a la comida rápida, así como a los refrescos con mucha azúcar, medida imitada por Cataluña, y que se baraja que se extienda al resto de España (aunque la medida estará demorada al menos un año más).
Francia, Noruega y Australia también cuentan con impuestos especiales para limitar el consumo de hamburguesas, patatas fritas, pizza y alimentos de elaboración rápida.
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