El Pelourinho, centro histórico de Salvador de Bahía, o simplemente Bahía, es un viaje al pasado de la mano de la magia que te atrapa en esta ciudad. El centro histórico reserva los encantos de una rica historia, impregnada por la vida de la monarquía y de la lucha de los esclavos.
Percusionistas y bahianas caminan por las calles de casas coloridas e iglesias, y de arquitectura colonial distinguida como Patrimonio Mundial de la Humanidad.
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Pasear por Bahía
Resistir la tentación de quedarse en el hotel, con temperatura controlada y a salvo del sol, es clave. La aventura espera en la calle, donde la música emana de los parlantes de cada tienda, restaurante y puesto callejero.
Las bahianas saludan y ofrecen las cintas de Nosso Senhor de Bomfin, que amarran con tres nudos -cada uno corresponde a un deseo- y cuando se rompe la cinta, estos se habrán cumplido.
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La percusión y la capoeira guían por las calles del barrio antiguo
Todo es música y alegría. Dos hombres de mediana edad lanzan patadas al aire con giros y algún grito, unos músicos tocan animadamente y la audiencia -europeos, en su mayoría- aplaude en un meritorio intento de seguir el ritmo.
Es la capoeira en su estado más puro, esa mezcla entre baile y artes marciales heredados de la cultura negra que es tan fuerte en Bahía. Y cuando uno de los músicos invita a tocar el pandeiro, es imposible resistirse. Es momento de sumergirse en la vibración de la música y dejar que se apodere de las manos.
La gastronomía bahiana se caracteriza por su abundancia
Los sabores de mar alegran el paladar: ceviche de róbalo con mandarina y helado de lima y pepino de entrada, camarones flameados con cachaza y salsa de mostaza suave acompañados de puré de calabaza como plato principal y una torta de coco con salsa de tamarindo de postre, es una de las posibilidades, mientras la música sigue en todos lados. Una caipirinha de ananá también es algo que no se puede dejar de probar.
Transitando por sus callejuelas
En el camino, el mirador perteneciente a la Asociación de Bahianas de Salvador, despliega una espectacular vista de la ciudad baja: el puerto, los barcos, la lejana iglesia de Nosso Senhor de Bomfin.
Más adelante, antes de subir al elevador Lacerda, es posible volver a disfrutar de esa postal, para luego caminar en dirección al puerto hasta entrar al Mercado Modelo, construido en 1861 y considerado patrimonio histórico y artístico de Brasil. Alberga más de 260 tiendas donde pueden adquirirse artesanías, pinturas, comidas y bebidas típicas.
Andar hasta el muelle para disfrutar del aire del mar antes de emprender el regreso es maravilloso. Caminar despacio por las plazas, entrar en alguna de las numerosas iglesias que están a lo largo del recorrido, comer otro acarajé en los tabuleiros de las bahianas, mirar a los capoeiristas, a los músicos, a los artistas que pintan en las aceras, todo forma parte de la experiencia Pelourinho y enseña que el axé es mucho más que un estilo musical, es un genuino estilo de vida.
El área de Pelourinho, uno de los barrios más antiguos de Salvador, durante el día brinda gran variedad de museos y por la noche se convierte en sinónimo de movida, con bares de reggae, ensayos de murgas afro, ruedas de Capoeira y todo tipo de shows y ritmos.
No te pierdas la puesta del sol más bella de Bahía, vista desde el Farol da Barra.
Nos vamos a la playa
La ciudad cuenta con 50 kilómetros de playas distribuidas entre la Ciudad Alta y Baja. El litoral de la primera es bañado por las aguas de la Baía de Todos os Santos, la más extensa del país, mientras que las de la Ciudad Alta, del Farol da Barra y de Flamengo, son bañadas por el Océano Atlántico.
Salvador posee incluso playas rodeadas por arrecifes, que forman piscinas naturales de piedra y producen un paisaje tranquilo y paradisiaco.