Todos intentan llegar al restaurante y spa da’Vida antes de las 11 para conseguir una chaise-longue en la sombra, pero no te preocupes que si llegás tarde alguien se va a cambiar de lugar y te hará un espacio.
Este hermoso lugar se encuentra en Crocus Bay, donde se sirven costillas cocidas y piñas coladas, mientras suena música suave.
Michelle Jana Chan, que elije a Anguilla como uno de los mejores lugares de la región, relata en Condé Nast Traveller, que antes del almuerzo, fue a bucear un largo rato a Little Bay, donde los niños escalaban una gran piedra y saltaban al mar con animados gritos.
Esta isla delgada y plana en las Antillas Menores, atrae a un público diferente en comparación a St. Barth, que queda a una distancia de apenas 10 minutos en avión.
Dicen que se va a St. Barth para ser visto y a Anguilla para no ser visto
Aquí las conversaciones están más relacionadas con la gastronomía que con la moda; es más sobre la música que sobre el dinero. Es por eso que Robert De Niro lee los guiones de sus películas en una Cerulean Villa bien reservada, conocida como la mejor del destino.
La gran fascinación de Anguilla son sus caminos impredecibles y sus playas sensacionales, además de las casas de madera, pintadas en tonos almendra o con fuertes rayas estilo rastafari.
Valley –su pequeña capital– cuenta con pequeños edificios gubernamentales y una serie de food trucks, llamados The Strip, donde se sirve sopa de concha, roti y empanadas de pescado.
Los niños caminan a sus escuelas con uniformes que tienen los mismos colores de los edificios y así se sabe adónde van. El color rosa es utilizado en la primaria Orealia Kelly y el verde es usado en Vivien Vanterpool.
Deliciosamente relajada e instintivamente desacelerada, Anguilla es uno de los pocos lugares en el mundo donde el tiempo parece sobrar. Sólo 15.000 personas viven aquí y todos se conocen y deben tener algún tipo de parentesco. Aparentemente, hay media docena de apellidos en el lugar.
En total hay seis semáforos, pero las personas son tan conscientes que no hay ninguna necesidad de normas de tránsito.
"Yo quería encontrar al habitante más antiguo de Anguilla para ver si la vida aquí siempre fue de esta manera" cuenta Michelle. "Así encuentro a Daisy Wong de 95 años, en la biblioteca pública. Estaba usando su mejor vestido y no me soltaba la mano durante nuestra conversación". Y Daisy contó que: "las cosas son más o menos iguales a cuando yo era una niña, excepto que nos vestíamos mejor antes".