La Vía Appia Antica de Roma es uno de los más famosos caminos de la antiguedad. Fue comenzada a construir en el año 312 a.C. por Apio Claudio Ceco. La Vía Apia se extendía a lo largo de 563 kilometros, desde el Foro Romano hasta lo que en nuestros días es la ciudad de Brindisi.
A lo largo de esta carretera se fueron estableciendo muchos pueblitos y aldeas surgidos alrededor de las bases militares que los romanos establecían en el camino para ordenar los ejércitos cuaando marchaban al combate.
La ciudad de Ninfa fue uno de esos pequeños villorios que se levantaron con el Imperio Romano y que crecieron conforme el Imperio se iba desarrollando.
Esta aldea fue presumiblemente fundada por los volscos alrededor de un pequeño templo dedicado a las ninfas de la náyade. Los volscos eran un pueblo de la antigua Italia que ocupaba el centro de la península y que tuvo un papel destacado en la historia de la Antigua Roma y con el tiempo la aldea se convirtió en una ciudad de cierta importancia que prosperó durante 600 años entre los siglos VIII al XIV dentro de una fortificación de doble pared que le daba seguridad militar frente a posibles ataques enemigos.
Sin embargo, en el año 1171, Ninfa fue destruida por orden del emperador Federico Barbarroja, después de que su enemigo el Papa Alejandro III se refugiara allí. En 1297 una familia noble, los Caetani, compraron la ciudad fortificada y a partir de entonces, poco a poco, Ninfa volvió a crecer. Sin embargo, en el siglo XVI cuando la malaria asoló Europa, la ciudad fue abandonada completamente y se mantuvo deshabitada desde entonces.
Con el paso del tiempo, el pueblo original iba convirtiéndose en ruinas y se encaminaba hacia su desaparición cubierto por plantas y arbustos silvestres, hasta que varios miembros de la familia Caetani decidieron crear un jardín botánico aprovechando la enorme variedad de plantas del lugar, y agregando fuentes y espejos de agua.
A pesar del esmero puesto, recién en el siglo XIX Ada Wilbraham Bootle, esposa de Onoraro Caetani y sus hijos, construyeron un verdadero jardín de estilo anglosajón, recuperando los pantanos, la plantación de cipreses, robles, hayas, y encargándose de la restauración de las ruinas, incluyendo el palacio señorial medieval.
El cuidado del jardín continuó a cargo de los descendientes de la familia Caetani, hasta que el último heredero, Lelia, añadió varias especies botánicas y estableció la Fundación Roffredo Caetani que todavía se ocupa de la protección del Giardino de Ninfa y del castillo de Sermoneta .
