La fórmula, imbatible, figura en casi todas las ofertas para unas vacaciones soñadas: sol, mar, agua y diversión. Hasta ahí, poca novedad. Pero en las playas brasileñas de Fortaleza, donde la costa atlántica comienza a dibujarse horizontal en el mapa, aquella combinación guarda un secreto único en todo el continente. ¿La contraseña? Beach Park, el parque acuático más grande de América Latina, abierto todo el año bajo unos 30 grados de temperatura constante y sin que la lluvia empañe un solo día.
A unos 300 metros del mar –a esa latitud ya aturquesado como lo veremos en el Caribe-, las atracciones de Beach Park comienzan a funcionar a las 11 de la mañana todos los días menos los miércoles. Con una organización y logística similares a las de los parques de Disney en Orlando –sin detalles librados al azar-, los visitantes puede entrar hasta media hora antes: para evitar colas que hagan perder el tiempo y el humor a los ansiosos, el ingreso al parque se anticipa para que el público ya pueda distribuirse entre las casi dos docenas de toboganes, piletas con olas y estaciones de juegos acuáticos para los pequeños. A la hora exacta, entonces, ya nos subimos al primer tobogán.
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Felicidad para todas las edades
Los niños son la excusa perfecta para comenzar con los más fáciles, o incluso para empezar el día remojándonos en los sectores de juegos para los chiquitos, que rápidamente nos tiran del brazo para correr una carrera en el Aquabismo, un enorme prisma de cemento por el que pueden deslizarse hasta seis personas al mismo tiempo. Un aviso: suelen ganar las mujeres, que con trajes de baño más pequeños bajan más rápido por la superficie mojada del tobogán.
Ahí nomás, unos metros detrás de la fabulosa estructura que sostiene a la atracción más famosa del parque –sobre la que ya hablaremos-, otros tres toboganes invitan a aumentar la adrenalina: Tchibum, Hupa y Hopa. Estos dos últimos ya entran en la categoría de emoción… ¡Moderada!
Hay más. Toboganes con caídas directas, escalonadas o ensortijadas; al aire libre o cubiertos; para tirarse sentado o acostado y con las manos cruzadas detrás de la cabeza o sobre el pecho; para caer discurriendo sobre el agua o montado sobre gomones individuales o para dos, tres y hasta cuatro aventureros. Es imposible no encontrar la medida y el desafío justos para divertirse como en ningún otro lugar. Tímidos, temerosos, mayores o exigentes pasarán la prueba con el correr de las horas. O de los días, si el viaje incluye el alojamiento en los hoteles de Beach Park.
Es imposible no encontrar la medida y el desafío justos para divertirse como en ningún otro lugar. Tímidos, temerosos, mayores o exigentes pasarán la prueba con el correr de las horas
Las leyes de la física son desafiadas a cada instante. También los nervios: ¿cuál de los tres toboganes de colores de la estación Ramubrinká es el más difícil? Los bañeros dicen que hay que empezar por el azul, seguir por el verde y sólo entonces probar en el negro. Respetamos el orden, pero todos resultan igual: vertiginosos, impresionantes, divertidísimos.
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Toda familia tiene sus pioneros, que estudiarán una y otra vez el balance de cada gomón que sube y baja en el Kalafrio (escalofrío), y sólo observando unos minutos se darán cuenta de que al más pequeño o más liviano de los dos tripulantes le tocará caer de espaldas.
Los inquietos querrán saber qué se siente cuando el suelo de las cápsulas de dos de los toboganes de la estación Arrepius desaparece para caer de pie y comenzar el veloz descenso. Y mirarán con una mezcla de intriga y fascinación el gigantesco cono de colores de la más nueva atracción de Beach Park: Vaikuntudo (Va con todo), un espectacular trayecto que se hace en gomones con cuatro tripulantes (los grupos que sean menos deberán esperar a juntar esa cantidad con otros visitantes para poder pasar), que tras una caída profunda desemboca en aquel colorido embudo para trepar por sus paredes de cada lado hasta que el peso de los balseros los vuelve a dejar en el fondo, para volver a caer en el último tramo.
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Pero aún esas excitantes experiencias –que atraen a visitantes de entre diez y setenta años- sólo serán la gimnasia previa para animarse a enfrentar el desafío máximo: Insano, un monumental tobogán de caída vertical de 41 metros de altura, equivalente a un edificio de 14 pisos. En las interminables escaleras que llevan a la cumbre la cola ya no es tan larga, e incluso hay una pequeña fiesta cada día para celebrar al primer valiente de la mañana.
Lo mejor es disfrutar el fabuloso paisaje desde la altura, regado de palmeras que reverdecen la arena impalpable de esas playas de revista, otear médanos, los hoteles con sus enormes piletas, y allá, a lo lejos, las gigantes aspas que buscan crear energía a partir de los vientos que cada tarde soplan con ganas. Y entonces, distraídos con tanta belleza y sin pensar, nos acostamos rápido y con los brazos apretados sobre el pecho, esperamos un suave empujoncito…. y comenzamos a deslizarnos suavemente por los primeros diez metros del Insano, donde una cámara toma el momento previo a la caída por el abismo.
En esos cinco segundos, el cuerpo parece despegarse del tobogán para seguir volando hacia cualquier parte, pero nada de eso ocurre: sólo una decena de agitados latidos cardíacos después, ya estamos frenando por el agua que nos choca en el largo tramo horizontal final, que nos devuelve el alma al cuerpo y causa una sonrisa inevitable de alegría y orgullo. Los aplausos de una platea montada con gradas y todo completan la faena en su dimensión.
En esos cinco segundos, el cuerpo parece despegarse del tobogán para seguir volando hacia cualquier parte, pero nada de eso ocurre
No hay lugar para temores ni accidentes. Cada atracción tiene una altura máxima o mínima para poder subir, y está cuidado y mantenido con máximo esmero, con mucho personal en cada tobogán y ese toque brasileño que afloja todas las prevenciones.
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Hablamos de los más atrevidos de la familia, pero no sólo para ellos hay programas en Beach Park: una vuelta, dos o tres por la suave corriente del río lento dejan que nos relajemos bajo el sol y paseemos por el parque sobre gomones de colores.
También podemos jugar en las enormes piletas con olas, o relajar del todo las tensiones de tantas expectativas en las salas de sauna seco y húmedo que están abiertas todo el día y son el deleite de los adultos que buscan aliviar en el calor y los aromas salinos las tensiones del trabajo.
Es posible que papá, mamá o los abuelos hayan tenido que turnarse para acompañar a los más valientes y quedarse con los pequeños, que repiten dos o tres mil veces las mismas monerías en el sector de Aqua Circo o Aqua Show, con sus chorritos y juegos de agua, toboganes pequeños para principiantes y el infaltable balde que cada cinco minutos vacía sus miles del litros sobre los visitantes desprevenidos.
No hay lugar para temores ni accidentes. Cada atracción tiene una altura máxima o mínima para poder subir, y está cuidado y mantenido con máximo esmero
La tarde avanza, y la mezcla de cansancio y emociones despiertan el otro hambre, ya no de experiencias sino de alimentos. Entonces, sin necesidad de manejar dinero en efectivo o tarjetas de crédito imposibles de portar cuando estamos en traje de baño y ojotas –o sin ellas-, varios puestos de comida rápida o elaborada ofrecen sándwiches, ensaladas, minutas y postres cuyo costo será cargado en una tarjeta de consumo que se tramita en el ingreso, antes de que toda la familia –si no está alojada en los adyacentes hoteles de Beach Park- guarde sus cosas en los lockers del parque.
El viento, que empieza a despertarse, indica que se acercan las cinco de la tarde, cuando los toboganes cierran sus puertas y los últimos visitantes enfilan hacia la salida. Aún hay tiempo para correr unos metros y zambullirse en el increíble mar de Fortaleza, con olas fuertes y cruzadas que nos envuelven de espuma y nos despiden con un fuerte masaje de agua tibia.
Entonces sí, habrá que secarse, apurar una rica cerveza o pasear por los negocios del pequeño centro comercial de Beach Park. Ya se atropellan las anécdotas del día, el que se cayó en el agua, el que no se animó a un tobogán y promete que, de mañana no pasa. Todos, felices. Y con ganas de volver.
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Más información sobre Beach Park Fortaleza
- Cómo llegar: Enmarcado por espectaculares playas tropicales, el Complejo Beach Park se sitúa a 16 kilómetros de Fortaleza, en el tranquilo Municipio de Aquiraz. La dirección del complejo es Rua Porto das Dunas 2734. La tarifa del aeropuerto al hotel ronda es de 80 reales. Los taxis son seguros.
- Ingresos: El complejo Beach Park abre todo el año y ofrece varias opciones de estadía para sus visitantes. No es necesario hospedarse en los hoteles de Beach Park para disfrutar sus instalaciones. El parque está abierto de 11 a 17 horas y hay descuentos y paquetes para varios días y para grupos numerosos. Los pequeños de menos de un metro no pagan. Si te hospedás en el hotel, la entrada al parque está incluida.
- Las entradas pueden adquirirse en la Boletería del Parque o de manera anticipada en dos puntos de Fortaleza: el Kiosko de Beach Park en el Shopping Iguatemi y el Beach Point en la Avenida Beira Mar, frente al Club Náutico.
- Si hacen la reserva con 3 meses de anticipación hay entre 10% y 20% de descuento.
- El parque no tiene arreglo con ninguna aerolínea. Solo hay vuelos directos con GOL.
- Beach Park: sitio web
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