Hoy en día, muchos confunden el London Bridge, un puente bastante simple, con el majestuoso Tower Bridge, de color azul, que acapara miles de postales y portadas de guías. Eso exactamente le pasó a un desafortunado comprador americano.
En 1962 el Puente de Londres se quedó escaso para soportar todo el tráfico moderno de vehículos que circulaba diariamente a través de él, así que hubo que buscar alternativas.
La ciudad tuvo la suerte de que apareciera un acaudalado norteamericano, Robert P. McCulloch, presidente de la petrolera del mismo nombre, dispuesto a comprar el puente y llevárselo a los Estados Unidos, pensando que el puente que compraba era el turístico, el de las dos torres.
En abril de 1968 London Bridge fue vendido por 2 millones y medio de libras y desmantelado en bloques numerados y embarcado con rumbo a América.
Cuando McCulloch se enteró del error no daba crédito, sintiéndose estafado al desembolsar tal ingente cantidad por un puente sin mayor encanto.