Su nombre oficial es Torre Pendente Di Pisa y es, pese a su defectuosa postura, uno de los símbolos de la ingeniería italiana. Su construcción comenzó el 9 de agosto de 1173 y por supuesto, fue construida para mantenerse en posición vertical, como cualquier otra torre. Pero hubo un error de cálculos.
El campanario empezó a inclinarse tan pronto como se inició su construcción: el suelo empezó a ceder porque sus cimientos tenían muy poca profundidad.
Hubo esfuerzos infructuosos por enderezar la torre y en realidad la terminaron hundiendo más. En 1838 lo que circunda la base de la torre terminó inundándose por agua subterránea y ocasionó un mayor hundimiento. En 1934 Benito Mussolini mando reforzar las paredes sellando el interior y se obtuvo como resultado un desastroso hundimiento de más de 30 cm.
Considerada, junto a la catedral de la que forma parte, una de las joyas del arte Románico, el gobierno del país italiano solicitó ayuda en diversas ocasiones para prevenir su derrumbe, eliminando 70 toneladas de tierra de sus cimientos, reforzando las paredes para sellar el interior.
Asimismo se colocaron 630 toneladas de plomo en el lado norte a fin de contrarrestar el empuje de la torre, intentando reforzar el subsuelo del lado hundido con la inyección de nitrógeno líquido y removiendo rocas del subsuelo, para colocar nuevamente barras de hierro en su lugar; sin embargo, ninguna de ellas obtuvo el resultado esperado.
Finalmente en 1999 se logró estabilizar la torre mediante la remoción controlada de parte del subsuelo en el lado norte y se hizo retroceder la torre hasta la inclinación que había tenido en 1838. También se instaló un complejo sistema de monitoreo que permite la medición milimétrica del comportamiento estructural de la torre.
Este año surgió la loca idea de convertir la emblemática torre italiana en un hotel de lujo, aunque la nueva propuesta del Gobierno no agrada a todo el mundo. Si fructifica la propuesta, esta histórica construcción se convertiría en un hotel no apto para todos los bolsillos, según un documento publicado por The Telegraph.
Cada habitación inclinada –solo una por piso– podría alquilarse por un precio mayor a los 20.000 euros y llegando a los 50.000 euros por noche. La idea es que el hotel -que se llamaría «3,99 Grados», en alusión a la inclinación de la Torre- bautice cada una de sus habitaciones con el nombre de grandes personajes del Renacimiento, como Rafael, Miguel Ángel o Leonardo da Vinci. Nuestro consejo es simple: visitarla cuanto antes.
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