
Viajar en tren sigue siendo una de las formas más románticas, sostenibles y encantadoras de recorrer el mundo. Más allá del trayecto, hay estaciones que por su diseño, historia y atmósfera se han convertido en verdaderas joyas arquitectónicas. En 2025, la tendencia del turismo ferroviario crece impulsada por la búsqueda de experiencias más lentas, auténticas y con menor impacto ambiental.

Desde Europa hasta Asia y América, estas son las 10 estaciones de tren más lindas del mundo, lugares donde vale la pena detenerse, mirar hacia arriba y dejarse impresionar por el arte del movimiento.
Qué vas a encontrar en esta nota:
Las estaciones de tren más bellas del mundo
Los viajes son mucho más que conocer países. Cada caminata, comida y trayecto pueden hacer que tu aventura sea mejor. Cada experiencia es inolvidable. Por eso aquí te contamos cuáles son las mejores estaciones de tren del mundo, para que puedas planificar adónde ir y cómo moverte, disfrutando traslados y esperas.
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Estación de San Pancras (Londres, Reino Unido)
En Londres, St. Pancras International es mucho más que una estación: es una declaración de elegancia británica y uno de los mayores ejemplos de arquitectura neogótica victoriana en Europa. Inaugurada en 1868 y restaurada completamente en 2007, se ha convertido en un símbolo del renacimiento ferroviario europeo gracias al tren de alta velocidad Eurostar, que conecta Londres con París, Bruselas y Ámsterdam.

Su fachada de ladrillo rojo, obra del arquitecto George Gilbert Scott, recuerda un palacio gótico. En el interior, el enorme techo de vidrio y acero de 74 metros de ancho (el mayor de su época) deja pasar la luz natural, creando una atmósfera majestuosa. El reloj central y la escultura The Meeting Place, de nueve metros de altura, refuerzan su aire romántico y cinematográfico.
St. Pancras es también un centro cultural y gastronómico: alberga tiendas exclusivas, bares y hasta el Champagne Bar más largo de Europa. Viajar desde aquí no solo es cómodo, sino inspirador. Cada tren que parte evoca la historia y la elegancia de una estación que conecta el Reino Unido con el continente.
Estación Central de Amberes (Bélgica)
Conocida como “la catedral del tren”, la Estación Central de Amberes es una de las joyas más admiradas de Europa. Inaugurada en 1905, combina piedra, mármol y hierro en una armonía monumental que refleja el esplendor de la arquitectura ferroviaria de principios del siglo XX.
Su cúpula principal, de más de 70 metros de altura, y su reloj dorado coronan un vestíbulo que impresiona a cada visitante. El edificio original fue ampliado y modernizado, integrando plataformas subterráneas y trenes de alta velocidad sin perder su esencia histórica.

Elegida repetidamente entre las estaciones más bellas del mundo por medios internacionales como Newsweek y Condé Nast Traveler, Amberes Central es una experiencia en sí misma. Aquí, la arquitectura se convierte en arte y cada viaje empieza con una postal.
Estación de Atocha (Madrid, España)
En pleno corazón de la capital española, la Estación de Atocha es mucho más que un punto de partida: es una obra maestra que fusiona ingeniería, historia y naturaleza. Inaugurada en 1851 y rediseñada a fines del siglo XIX por el ingeniero Alberto de Palacio (colaborador de Gustave Eiffel), Atocha combina el encanto del hierro y el vidrio con un sorprendente jardín tropical interior que la convierte en una de las estaciones más originales del mundo.
Más de 7.000 plantas exóticas de Asia, América y África crecen bajo su techo de hierro, creando un oasis verde en medio del ritmo urbano de Madrid. Este invernadero interior, con estanques y palmeras que alcanzan los 15 metros, ofrece a los viajeros un espacio de calma y belleza mientras esperan su tren.

La estación también tiene un fuerte valor simbólico: fue testigo de la historia contemporánea de España y hoy combina modernidad, arte y memoria. Conectada con trenes de alta velocidad (AVE) hacia Barcelona, Sevilla y otras ciudades europeas, Atocha representa la puerta de entrada perfecta para descubrir la península ibérica en tren.
Visitarla no es solo tomar un tren: es vivir la experiencia de una estación que respira vida, arte y naturaleza en el centro de una de las capitales más vibrantes de Europa.
Estación de Grand Central (Nueva York, Estados Unidos)
Ubicada en el corazón de Manhattan, Grand Central Terminal no es solo la estación de tren más famosa de Estados Unidos: es una auténtica obra maestra de la arquitectura Beaux-Arts y un ícono cultural de Nueva York. Inaugurada en 1913, esta terminal cuenta con 44 andenes distribuidos en dos niveles subterráneos y sigue siendo una de las más grandes y transitadas del mundo.

Su imponente bóveda celeste, pintada con constelaciones doradas, el reloj de ópalo que domina el vestíbulo central y su equilibrio entre lujo clásico y funcionalidad la convierten en una experiencia imprescindible para cualquier viajero que visite la ciudad. Además, Grand Central es un símbolo vivo de la historia ferroviaria estadounidense y un punto de encuentro donde se mezclan turistas, neoyorquinos y arquitectura legendaria.
Visitarla es revivir más de un siglo de historia del transporte en Estados Unidos y descubrir uno de los espacios más fotogénicos del país, escenario de películas y series que inmortalizaron su atmósfera única.
Estación de Chhatrapati Shivaji Terminus (Mumbai, India)
Patrimonio Mundial de la UNESCO, esta estación combina el estilo gótico victoriano con detalles tradicionales indios. Sus torres, esculturas y vitrales la vuelven única. De día es un hervidero de movimiento; de noche, su iluminación la transforma en un palacio de luces.

Estación de Kyoto (Japón)
La Estación de Kyoto es una de las más sorprendentes del mundo: una joya futurista de acero y vidrio que refleja la capacidad japonesa para fusionar tecnología, funcionalidad y arte. Inaugurada en 1997 y diseñada por el arquitecto Hiroshi Hara, esta gigantesca estructura de 70 metros de altura simboliza la puerta de entrada a una de las ciudades más tradicionales de Japón.
El contraste entre la modernidad de la estación y los templos centenarios de Kyoto crea una experiencia única para los viajeros. Desde sus plataformas parten trenes bala (shinkansen), servicios regionales y líneas urbanas que conectan el corazón cultural del país. Pero más allá del transporte, Kyoto Station es un destino en sí misma: cuenta con centros comerciales, restaurantes panorámicos, un hotel, un teatro y una terraza con vistas espectaculares de la ciudad.

La escalera principal iluminada por LEDs, su enorme atrio acristalado y las pasarelas elevadas ofrecen una experiencia visual hipnótica, especialmente al atardecer. Es el ejemplo perfecto de cómo Japón logra transformar una infraestructura pública en una experiencia arquitectónica y emocional.
Estación Central de Helsinki (Finlandia)
Diseñada por el arquitecto Eliel Saarinen e inaugurada en 1919, la Estación Central de Helsinki es una de las construcciones más emblemáticas del norte de Europa. Su fachada de granito rosa, las esculturas monumentales que sostienen lámparas y su icónica torre del reloj la convirtieron en un símbolo del diseño funcionalista finlandés.
Más de 200.000 personas la cruzan cada día, lo que la convierte en el corazón del transporte en Finlandia. Su estilo combina la sobriedad escandinava con detalles artísticos que expresan la esencia del diseño nórdico: belleza, practicidad y armonía.

Además de su valor histórico, la estación fue modernizada en los últimos años para mejorar la experiencia del viajero sin alterar su carácter original. Los cafés, tiendas y zonas de descanso mantienen la calidez minimalista que define la cultura finlandesa, mientras su torre ofrece una de las vistas urbanas más fotogénicas de Helsinki.
Visitar esta estación es sumergirse en la estética nórdica aplicada a la arquitectura del transporte, donde cada línea, color y textura están pensados para transmitir calma y eficiencia.
Estación de São Bento (Oporto, Portugal)
En el centro histórico de Oporto se encuentra una de las estaciones más artísticas de Europa: la Estación de São Bento. Inaugurada en 1916 sobre las ruinas de un antiguo convento, esta estación es famosa por sus más de 20.000 azulejos pintados a mano que narran escenas de la historia y la cultura portuguesa.

Cada mural, obra del artista Jorge Colaço, combina arte y narrativa visual, convirtiendo la estación en una galería abierta al público. La luz natural que entra por los ventanales resalta los tonos azul y blanco de los azulejos, mientras viajeros y turistas se detienen a contemplar los murales que representan batallas, procesiones y paisajes rurales.
Además de su belleza, São Bento es un punto clave de conexión ferroviaria hacia el norte de Portugal, lo que la hace perfecta tanto para quienes viajan como para quienes buscan disfrutar del patrimonio artístico portugués. Es una parada imprescindible para los amantes de la historia, la fotografía y la arquitectura europea.
Estación de Dunedin (Nueva Zelanda)
Considerada una de las estaciones más elegantes del hemisferio sur, la Estación de Dunedin es una joya arquitectónica que combina piedra blanca y basalto negro en un diseño neorenacentista de gran simetría. Fue inaugurada en 1906 y diseñada por el arquitecto George Troup, conocido como “el hombre del pan de jengibre” por su estilo ornamentado.

Su fachada con torre del reloj, ventanales arqueados y detalles florales tallados la convierten en uno de los edificios más fotografiados de Nueva Zelanda. El interior no se queda atrás: mosaicos de cerámica, techos de cristal y una escalera de mármol italiano reflejan el esplendor de una época en la que los viajes en tren eran sinónimo de lujo.
Aunque hoy recibe menos tráfico ferroviario, el edificio alberga un museo, una galería de arte y un restaurante, manteniendo viva su relevancia cultural. Es una visita obligada para quienes viajan por la Isla Sur y desean descubrir una de las estaciones más bellas del mundo en un entorno natural incomparable.
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Estación de Liubliana (Eslovenia)
Totalmente renovada en 2025, la Estación de Liubliana representa el nuevo modelo de estación sostenible en Europa Central. Situada en la capital de Eslovenia, esta terminal combina un diseño contemporáneo con tecnología ecológica, convirtiéndose en un ejemplo de cómo el transporte moderno puede integrarse con responsabilidad ambiental y estética urbana.

El nuevo edificio destaca por sus techos solares, amplias fachadas de vidrio y espacios verdes que conectan visualmente la estación con el entorno. En su interior, materiales reciclados, iluminación LED de bajo consumo y zonas de descanso con arte local hacen que el lugar sea tanto funcional como acogedor.
Liubliana, que apuesta por convertirse en una de las capitales europeas más sostenibles, ha logrado hacer de su estación un espacio que celebra la movilidad limpia y la identidad cultural del país. Para los viajeros que exploran Europa en tren, es una parada ideal entre los circuitos de Austria, Italia y Croacia, donde el diseño y la conciencia ecológica se encuentran en armonía.
El arte de viajar en tren: una experiencia que vuelve a enamorar
En tiempos donde la velocidad domina, los trenes invitan a detenerse, observar y disfrutar del trayecto. Estas diez estaciones, repartidas entre Europa, Asia, Oceanía y América, no son simples puntos de partida: son monumentos al diseño, la ingeniería y la cultura de cada país.
En 2025, el turismo ferroviario vuelve a ganar terreno en el mundo por su bajo impacto ambiental, su comodidad y su capacidad de conectar paisajes y ciudades de una forma más humana y sostenible. Viajar en tren permite vivir la esencia de los lugares, descubrir la arquitectura local y revivir el encanto de una época en la que moverse era parte del viaje.

Ya sea bajo la bóveda estrellada de Grand Central Terminal, entre los azulejos azules de São Bento, o en la modernidad luminosa de Kyoto, cada estación cuenta una historia sobre cómo el transporte puede ser también arte.
Si estás planeando una próxima escapada por Europa, Japón o Estados Unidos, incluir una visita a alguna de estas estaciones puede transformar tu viaje. Porque a veces, el destino no es tan importante como el camino que elegimos para llegar.
Viajar es también detenerse
Estas estaciones no solo conectan destinos: conectan historias. Representan la unión entre ingeniería, arte y cultura, recordándonos que cada viaje puede comenzar o terminar en un lugar lleno de belleza. Si estás planeando una próxima aventura, tal vez valga la pena elegir el tren, mirar por la ventana y dejar que la arquitectura acompañe el viaje.
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