Marrakech, es uno de los lugares más sugestivos del mundo. Al escuchar su nombre, aparecen inmediatamente en nuestra mente imágenes de ese crisol cultural: edificios de piedra arenisca, calles polvorientas y minaretes contra el cielo azul profundo.
Conocida como la Ciudad Roja gracias a la tonalidad de las gruesas paredes que rodean la ciudad vieja, Marrakech ha sido un destino turístico muy popular en Marruecos desde la década de 1960.
Es un lugar para estimular todos los sentidos, como sucede en los famosos zocos. Estos mercados vibrantes son un torbellino de color y ruido, donde una multitud de personas se mueve entre los puestos, que exhiben muy juntas pirámides de especias de colores brillantes, alfombras ricamente tejidas y miles de productos exóticos.
Olores tentadores flotan a través de los zocos y el clamor de voces regateando y los gritos de los vendedores que compiten por los clientes, proporcionan un acompañamiento constante al viajero.
Es casi imposible caminar por Marrakech durante más de cinco minutos sin encontrar alguna maravilla arquitectónica para extasiarse.
Desde los exquisitos jardines de los arcos tallados, a las mezquitas adornadas, es una ciudad que por donde camines muestra su historia.
Rodeada por una extensa muralla, la medina es el centro histórico y turístico de Marrakech
La Medina, un espectáculo para la vista, concentra los principales atractivos de la ciudad y fue designada Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Cuando se trata de entretenimiento, Marrakech combina diferentes culturas produciendo de veras un efecto mágico. Hacer turismo en Marrakech es además una fascinante experiencia sensorial: el color, sabor y olor que se respira desde el momento que aterrizás, no se te disipará hasta semanas después de volver.
Djemaa el-Fna es la plaza más concurrida de todo el continente africano, lleno de tragafuegos, bailarinas del vientre, acróbatas, astrólogos, encantadores de serpientes, dentistas haciendo una exposición de las piezas extraídas, domadores de monos que se querrán subir encima, etc. Esta plaza es la vida pública de Marrakech. Cuando cae el sol se transforma totalmente y encontraras músicos, sitios de comida donde cenar y gran variedad de espectáculos. Es obligatorio tu paso por este lugar.
Si buscás algo más relajado, lo encontrarás en uno de los campos de golf de Marrakech, o para una experiencia realmente agradable y diferente, buscá uno de los muchos baños turcos modernos que son una especialidad de la ciudad.
Las laberínticas calles de la medina a menudo esconden tras los muros desnudos, confortables residencias en torno a cuidados jardines: son los típicos riads, normalmente convertidos en hoteles, que ofrecen una opción más "tradicional" para hospedarse, que los lujosos hoteles de las afueras.
Pero otra opción bien diferente de alojamiento, es la que ofrece:
Terres d’Amanar: situado a 35 minutos de Marrakech ofrece al viajero, amante de la naturaleza y la evasión, vistas espectaculares a los pueblos bereberes y a las cimas del Alto Atlas.
Totalmente adaptado al medio, este lugar apuesta por una arquitectura sostenible y antepone los espacios abiertos.
Para los amantes del deporte, Terres d’Amanar ofrece estupendas rutas de tirolinas, puentes colgantes, acropark y rutas en bicicleta de montaña. Los amantes de las emociones fuertes podrán enfrentarse al vacío y admirar los vertiginosos cañones forjados por la erosión.
Los más tranquilos podrán optar por los bolos bereberes, el tiro al arco, el polo subido a un asno, yoga, una noche de astronomía o rutas de senderismo, en asno o a caballo, para buscar plantas aromáticas, pigmentarias o medicinales usadas en la farmacopea tradicional.