Bruno Catalano es un artista francés cuya obra consiste en una serie de esculturas a las que, literalmente, les falta algo. Son personas que tienen una parte de su cuerpo borrada, ausente. Les falta "un pedazo" de sí mismas. Justamente, la propuesta del artista se caracteriza por crear estatuas incompletas, que sostienen en una de sus manos una maleta. Son emigrantes, viajeros. Gente que se va pero no se va del todo. Algo de sí misma queda disociado para siempre.
La colección de este famoso escultor se llama "Los Viajeros" (Les Voyageurs). Una de las mayores virtudes de este trabajo es la precisión en cada una de sus esculturas, el equilibrio perfecto. Uno las observa y pareciera imposible mantenerlas de pie. Sin embargo, tomándose tiempo para observador, la unión entre las partes que Catalano moldea se hace justamente en las maletas que cargan los personajes de su serie, lo que da la primera impresión de que ambas partes estén flotando.
Elaboradas con bronce, las esculturas de Catalano ofrecen al espectador la libertad de llenar esos espacios vacíos con imaginación, emociones, experiencias, situaciones o momentos que completen su obra con más que partes humanas
A primera vista, cada escultura de la serie parece que está congelada en medio de un acto de desaparición al estilo de Houdini. Realmente mágico.
En estas esculturas, vemos el vacío que se crea en el ser humano al verse obligado a abandonar su tierra, su vida, o la gente querida. El dolor de emigrar tallado en el material más duro. El dolor de emigrar más claro y contundente que nunca.
Duelo migratorio: el dolor del emigrante
En ocasiones, el hecho de cambiar de país implica sentimientos más profundos que una simple nostalgia y puede desencadenar cuadros cercanos a la depresión.
La migración es un fenómeno conocido por desestabilizar a gran escala la vida de las personas que emigran a otro país, es un complejo proceso de reorganización personal al cambiar todo tu entorno: amigos, familia, idioma, costumbres, nivel social, etc.
Actualmente las probabilidades de tener que emigrar y que este fenómeno ocurra en nuestras vidas aumenta exponencialmente por diferentes razones voluntarias, como estudiar o trabajar, pero también son muchas las personas que, por condiciones de vida precarias o violentas, se ven forzadas a dejar sus países de origen para poder vivir dignamente. Irse expulsado no es lo mismo que elegirlo.
Sea cual fuere el motivo de la emigración, la persona experimenta en mayor o menor medida un proceso de elaboración de la pérdida de todo aquello que le era conocido y cotidiano. Este proceso tiene un nombre que los psicólogos conocen bien: duelo migratorio.
El duelo migratorio afecta emocionalmente a la persona poniendo a prueba sus recursos psicológicos y su capacidad de adaptación. Las emociones que se movilizan durante este proceso son ambiguas y es de crucial importancia llevar a cabo una buena elaboración de éstas ya que de ello dependerá el éxito del proceso.
¿Cuáles son las peculiaridades del duelo migratorio?
Cuando hablamos de duelo migratorio, tenemos que tener en cuenta las diferencias con otros tipos de duelo:
- Duelo múltiple: Se dejan atrás múltiples cosas cotidianas que nos aportan confort y estabilidad como familia, amigos, idioma, costumbres, nivel social, paisajes, identidad étnica, etc.
- Duelo parcial: Al contrario que en los casos de duelo por fallecimiento, en el duelo migratorio la pérdida no es irreversible. Esto, junto a las emociones contradictorias marcadas por un lado por la nostalgia y por el otro por las expectativas que idealizan la nueva situación hace que sea un proceso ambiguo.
- Duelo recurrente: Es una experiencia que se reactiva muy a menudo con cada llamada de algún familiar, al ver fotografías de amigos o de tu ciudad, al escuchar a alguien hablando en tu idioma nativo, etc.
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