El Cementerio de la Recoleta se encuentra ubicado en el exclusivo barrio de la Recoleta, que debe su nombre a que allí se hallaba el convento de los monjes recoletos, al que también pertenecía la vecina Basílica Nuestra Señora del Pilar. En la antigua huerta de los monjes se construyó el cementerio.
Es el más visitado de la ciudad, por sus numerosos e imponentes mausoleos y bóvedas, pertenecientes a muchos de los principales protagonistas de la historia argentina.
Cuando se nombra a la Recoleta aparecen historias que hablan de algunos secretos que guarda el Cementerio de la Recoleta.
Habla de pasiones, de amores despechados, de odios que trascienden la muerte, de bóvedas que reproducen el dormitorio de los difuntos, o, también, de familias que premian la lealtad de sus sirvientes y entierran a la mucama en el panteón familiar, pero cumpliendo el rito de hacerla dormir afuera de la casa de los patrones.
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App Cementerio Recoleta
Se lanza una aplicación gratuita con información turística del Cementerio de la Recoleta. La APP funciona a través del geoposicionamiento y está traducida en 3 idiomas:
- Castellano
- Portugués
- Inglés
La App es gratuita, exclusiva para dispositivos móviles Android y brindará a los vecinos la posibilidad de realizar una visita guiada a puntos de interés histórico, artístico y cultural del Cementerio.
Recorridos por el Cementerio de la Recoleta
La APP está organizada en 6 recorridos que son
- Historias tenebrosas
- Historias románticas
- Bellas Artes
- Personajes de la historia
- Personajes de la ciencia y la cultura
- Generalidades.
Utilizando las capacidades de posicionamiento de los dispositivos móviles, el usuario podrá seleccionar recorridos temáticos predefinidos, o recorrer libremente hacia algún punto de interés particular y escuchar los audios de corta duración que narran las historias y peculiaridades de los monumentos visitados.
Todos los contenidos fueron seleccionados y guionados por el prestigioso historiador Eduardo Lazzari, experto conocedor del patrimonio del cementerio y sus historias.
En la audioguía hay 60 monumentos con una selección de historias documentadas, fotos y audios.
Historias del Cementerio de la Recoleta
El Cementerio fue inaugurado en 1822 en el lugar donde estaba el camposanto de la Iglesia del Pilar. Las bóvedas y tumbas son, en su mayoría, de familias aristocráticas de Argentina y son propiedad privada de cada familia, quienes pagan una tasa anual por la administración.
El Cementerio de la Recoleta tiene el curioso récord de tener el metro cuadrado más cotizado de la Ciudad
En el interior se encuentran los restos mortales de importantes personajes de la política, cultura, empresarios, héroes de la Independencia, presidentes, generales, escritores, premios nobeles...
Sepulturas famosas
La sepultura más famosa y la más buscada por los turistas es la de Eva Perón.
Eva Perón
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Hechos verídicos del pasado conviven con un sinfín de mitos, fantasmas y leyendas.
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Lo que las cenizas ni el tiempo pudieron silenciar, retumba entre callecitas y diagonales estrechas, que recorren turistas extranjeros.
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Eterno divorcio - Salvador del Carril y su mujer
Las imágenes y los bustos hablan y cuentan, por ejemplo, la tragedia de una pareja que tras no hablarse durante 30 años se perpetuaron en dos bustos que se dan la espalda desde hace más de un siglo.
Las esculturas de espaldas recuerdan a los visitantes los desencuentros conyugales entre Salvador M. del Carril y su mujer.
A Salvador M. del Carril y su mujer no los unía el amor sino el desprecio. No era indiferencia, sino odio, de ese odio tremendo que trasciende la muerte.
El mausoleo de Tiburcia Domínguez y su marido, Salvador María del Carril, uno de los promotores del fusilamiento de Dorrego, compañero de fórmula del General Urquiza, es una evocación para la posteridad de sus desavenencias conyugales.
Para que nadie lo olvidara, la viuda dejó constancia testamentaria de su voluntad: sus esculturas debían darse mutuamente la espalda. Ella, con gesto adusto, incómoda en un busto. El, confortable en un sillón, dirigiendo la mirada en sentido opuesto. Perpetuaron así su odio conyugal pos-morten.
Y así continúan las historias de este lugar donde reposan 350.000 almas -incluidos 25 presidentes constitucionales, 4 máximos gobernantes de facto, 200 héroes de la Independencia y 100 gobernadores provinciales- que se han convertido en relatos cautivantes de la vida cotidiana.
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En el Cementerio de la Recoleta verás mausoleos y esculturas funerarias monumentales, proyectados por los más famosos escultores y arquitectos de la época, Lola Mora, José Fioravanti, Alberto Lagos, Troyano Troiani, Giulio Monteverse y muchos otros.
Casi dos siglos acumulando historias
Pero este cementerio no es sólo conocido por sus panteones con toneladas de los más costosos y exóticos mármoles venecianos.
En sus casi dos siglos de existencia son miles las historias que atesoran esas célebres seis hectáreas en las que se yerguen 83 monumentos históricos nacionales
Y también es tristemente célebre por haber inaugurado una nueva tipología delictiva, según cuenta Eduardo Lazzari, uno de los historiadores que organizan las visitas y relatos orales por los sepulcros más señeros.
Caballeros de la Noche
"Una gélida noche de 1881, los autoproclamados Caballeros de la Noche, secuestraron el féretro del cementerio de la Recoleta donde yacían los restos de doña Inés Indart de Dorrego". Exigían el pago de cinco millones de pesos para restituir los restos de la cuñada de uno de los mayores mártires de la historia, el gobernador de Buenos Aires, Manuel Dorrego. Caso contrario "el ilustre apellido quedará manchado para siempre".
El chantaje llegó en forma de misiva al Palacio Miró, sobre la calle Córdoba. Allí, Felisa Dorrego de Miró, hija de la difunta secuestrada, dio parte a la policía pero antes consultó a su mayordomo.
"Imposible retirar del cementerio un féretro tan pesado sin que nadie lo hubiera percibido", sospechó el sirviente, quien había cargado con los honores de portar el ataúd durante las exequias.
Estaba en lo cierto. Los restos nunca salieron de allí y aparecieron en el panteón de la familia Requijo. Pero la policía siguió al acecho. Depositó una caja con fajos de billetes falsos en el arroyo Maldonado, instruyó a la familia para efectivizar el pago y detuvo a la banda.
Pero los Caballeros de la Noche fueron exonerados: la ley nada decía sobre el robo de cadáveres. A partir de este hecho, se incluyó el artículo 171, que pena con dos a seis años de reclusión al que "sustrajera un cuerpo para hacerse pagar su devolución".
Elisa Brown
El amor trae felicidad y también, a veces, muerte. Elisa Brown, hija del almirante irlandés, esperaba el regreso de su prometido, el comandante Francis Drummond, que luchaba contra el Imperio del Brasil a las órdenes de Brown. En la batalla de Monte Santiago, el joven muere heroicamente. El marino le comunica la noticia a su hija de 17 años y le entrega el reloj que había pertenecido a su novio, última voluntad del joven.
Desgarrada, Elisa se sumergió en las aguas del Río de la Plata para reencontrarse con el alma de su amado. Los restos de la novia del Plata yacen en una urna detrás de la del marino.
También mascotas
Liliana Crociati murió a los 20 años en su luna de miel en Insbruch. Un alud la sepultó junto a su marido en su cuarto de hotel en 1970. Ese mismo día, a 14.000 kilómetros de distancia, también murió Sabú, su perro adorado. Una escultura la evoca vestida de novia, con su pelo largo y suelto, secundada por su fiel mascota.
En la bóveda, como una catacumba romana, ambientada como su dormitorio y lleno de fotografías, un sari rojo, comprado por ella en la India, cubre con la fuerza de una alegoría su lecho de muerte.
Con cama afuera - Familia Saenz Valiente
La mucama de la familia Sáenz Valiente, Rita Dogan, descansa en el perímetro del mausoleo de su patrones, aunque por fuera de la cripta familiar. Si bien no era costumbre de la época enterrar a los sirvientes cerca de los señores, debía reconocérsele "la fidelidad y honradez" de la sirvienta, según reza su epitafio.
Los 3 amigos
Los valores de la amistad también están representados en la Recoleta a través del cenotafio conocido como "De los tres amigos"
Cómplices e inseparables, hombres de la generación del 80, permeables al sentimiento edificante que depara toda amistad, el músico Benigno Lugones, el escritor Adolfo Mitre, y el historiador Alberto Navarro Viola decidieron homenajear un sentimiento común. Y levantar un monumento que, como una epifanía perpetua, recordara esa amistad.
Las trágicas y precoces muertes de los tres amigos antes de cumplir 30 años, estimularon a que otros amigos concretaran el anhelo: irguieron una pirámide donde cada uno de los tres lados honra al escritor, al músico y al historiador, a los hombres unidos por férreos lazos de amistad.
De los 183 años de vida de la Biblioteca Nacional, 75 estuvieron presididos por los tres ciegos más conspicuos que vio el país: Paul Groussac, José Mármol y Jorge Luis Borges
Ajenos a lo que finalmente les depararía el destino, los tres dejaron testimonio expreso de su voluntad de descansar en la Recoleta. No pudo ser. Borges, que en ocasiones solía recorrer el cementerio con Adolfo Bioy Casares, imaginaba y discutía con su amigo durante horas con qué personajes de la historia trabarían amistad una vez que estuvieran presos para siempre dentro de ese perímetro.
La vida por una parcela en el cementerio
Eso pensó el sepulturero David Alleno, luego de 30 años de servicio abnegado en ese solar. Los ahorros de toda una vida tuvieron un solo fin: erigirse su propio mausoleo y encomendar a un escultor genovés el portento de sus desvelos.
Cuenta la historia que una vez colocado el bajorrelieve en mármol de carrara, que lo inmortaliza con pico, pala, regadera y sombrero, volvió a su casa y se quitó la vida. La ansiedad pudo más: "Quiso ser inmediatamente sepultado en el lugar que lo obsesionó toda su vida. Dejó todo listo; sólo faltaba el cuerpo", sentencia Lazzari.
Dormir con la hija muerta
Luz María García Velloso falleció a los 15 años de leucemia. El desconsuelo de su madre la llevó a pedir una anuencia especial para que se le permitiera dormir todas las noches al lado del sepulcro de su hija. Aferrada al túmulo, esculpido en mármol como un lecho de rosas sobre el que reposa la niña, la madre pasó noches enteras llorando a su hija muerta.
Miedo a ser enterrado vivo
El pánico a ser enterrado vivo, un temor generalizado a mediados de siglo pasado, empujó al dueño de las tiendas Gath y Chavez, Alfredo Gath, a tomar todas sus previsiones. Ideó un mecanismo hidráulico dentro de su ataúd por el que al menor movimiento el féretro se abría. Lo probó varias veces para cerciorarse de su efectividad. Murió aliviado, con la certeza de que estaría muerto cuando llegara el momento.
El mito -o la historia verídica, insiste Lazzari- habla de que a la única hija del poeta Eugenio Cambaceres, "amante y madre de un hijo de Hipólito Irigoyen", la enterraron cuando sufría un ataque de catalepsia.
Su madre descubrió esto cuando fue a dejarle flores a su tumba: "Su ataúd estaba corrido y violentado", cuenta Lazzari.
Aunque la leyenda también dice que la vieron fuera de su ataúd, aferrada a un árbol, entre gritos y sollozos. Una versión claramente emparentada con la mitología más fantástica, pero que continúa deambulando con la fuerza de una leyenda urbana.
Es la "dama de blanco" que, desde hace años, recorre el cementerio. No son pocos los que juraron haberla visto. Impoluta y siempre de blanco.