El Mercado de San Telmo, también conocido como Feria de antigüedades San Pedro o Mercado de Pulgas, es un verdadero festival callejero que se realiza en la Plaza Dorrego, corazón del barrio que le da nombre, aunque también se extiende por las calles aledañas, en especial calle Defensa.
Lo más característico de este lugar fueron siempre los puestos de anticuarios y curiosidades, aunque también se destacan los viejos cafés y los espectáculos callejeros como orquestas de tango, estatuas vivientes, músicos y bailarines.
Alrededor de la plaza, también hay cafés de estilo parisino que desde sus mesas dejan apreciar la magia de los espectáculos callejeros mientras disfrutás de un rico café con típicas medialunas (croissant), o saboreás una tradicional tabla de quesos, una apetitosa picada porteña acompañada de exquisitas cervezas, o bien una típica carne argentina, o empanadas preparadas según diferentes estilos regionales del país.
El mercado, que en el año 2000 fue declarado Monumento Histórico Nacional por la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, comenzó funcionando sólo con 30 puestos, y hoy en día cuenta con 270.
Y fue con el paso del tiempo que las cosas fueron cambiando y las clásicas carnicerías, verdulerías y anticuarios, aprendieron a convivir en la actualidad, con puestos de comida gourmet de distintas partes del mundo.
Una de las responsables de la reforma es Desireé Delait, una joven diseñadora nacida en México, hija de madre argentina y padre mexicano, que dice:
“Entendimos que había que adaptarse a las nuevas tendencias y empezamos a mirar qué estaba pasando en otros mercados del mundo”
El primer local gourmet que se instaló fue Coffee Town, donde se sirven cafés de todo el mundo, desde Guatemala hasta Sumatra. Comenzó a funcionar en 2010 y desde ahí no paró de crecer. “Arrancamos donde funcionaba un antiguo puesto de flores, y hoy sumamos dos sectores más que ya nos quedan chicos”, cuenta su dueño José Vales.
Hoy hay más opciones de comida exótica: Merci, una panadería francesa, The Market Burguer, local de hamburguesas y Saigón, de cocina vietnamita. En el último mes se instaló una vinería y Je suis Raclette, un local de cocina sueca. Y se proyecta, en poco tiempo, abrir una pescadería de alta cocina y un restaurante mexicano.
Los nuevos integrantes del lugar coinciden en que la relación con los antiguos puesteros es buena, y que con sus propuestas sólo buscan mejorar el espacio que ya existe
“Antes de que abriéramos, esta parte estaba dormida, eran dos playones sin nada donde la gente pasaba sin prestar mucha atención”, explica Alejandro Tomatis, uno de los dueños de Je suis Raclette. Y explica que para él, “hay una sinergia muy positiva de trabajo entre todos”, porque los locales gastronómicos se abastecen con “materias primas del propio mercado”.
Incluso, trajo nuevos hábitos. “Ahora hay más turistas y gente joven que comenzó a quedarse hasta tarde en nuestra vinería”, afirma Walter Alegre, encargado de Tierra Mendocina, la nueva vinoteca ubicada en el local 41. Y afirma que para los vecinos es el nuevo happy hour, al que se acercan después del trabajo.
Pero no parece ser todo tan fácil y amigable: los antiguos puesteros tienen más incertidumbre que certezas con respecto al cambio. “Creemos que la intención de los dueños es poner un patio de comidas y dejar sólo algunos puestos de alimentos”, afirma Carmen Salguero, dueña de una verdulería que ya lleva 50 años en el lugar.
“El cambio trajo mucha más gente al mercado, se llena los fines de semana, pero no es el público que nos compra a nosotros”, asegura la vendedora. En la misma línea, el encargado de uno de los anticuarios, que funciona desde hace 15 años en el lugar, se queja de que a los viejos puesteros “los están desplazando”.
Sin embargo, Delait asegura:
“Estamos transitando una reorganización del espacio, pero en el mercado hay lugar para todos y no queremos romper su esencia”
Los domingos es el día con más puestos en funcionamiento pero con grandes multitudes, ya que recibe a casi 20 mil personas en su mayoría turistas de todo el mundo, por ello recomendamos visitar la feria los días sábados cuando se puede pasear y comprar tranquilamente.
En la antigüedad los mercados eran el vínculo entre los productores del campo y los compradores de la ciudad. Sin embargo, desde hace unos años, en Europa comenzaron a reconvertirse y se transformaron en espacios gastronómicos, donde además de poder hacer las compras diarias, se puede cenar.
Algunos de los más destacados son, el mercado de San José, mejor conocido como La Boquería, ubicado en la rambla de Barcelona. Es el más grande de Cataluña y con más de 300 puestos, recibe a miles de turistas de todo el mundo.
En Londres, el más conocido y antiguo es el Borough Market, situado a la ribera del Támesis. El edificio construido en 1756 es un mercado cambiante y dinámico, que está a tono con las nuevas tendencias culinarias.
La tendencia también se expandió a otros países latinoamericanos, como México, con el mercado del Carmen; en Brasil, donde el Mercado Municipal de San Pablo -famoso por sus sándwiches de mortadela gourmet y por tener especias y frutas de todo el mundo- se convirtió en un punto obligado del mapa de cualquier visitante, sea foodie o no; o Chile, que cuenta con el Mercado Municipal en pleno centro de Santiago, al que van cada vez más turistas a comer frutos de mar frescos en medio de los puestos de verdura, carnes y fiambres.