Compartimos esta magnífica selección de 5 ciudades representativas, cada una a su manera, de la vida en contacto con la belleza y la majestuosidad del Mar Mediterraneo, realizada por la publicación Lonely Planet.
- Nápoles, asomada a la bahía
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El sur de Italia en estado puro. Nápoles es la tercera ciudad más grande del país y una de las más antiguas y artísticas. El 'Centro Storico', corazón napolitano (en la foto), es patrimonio mundial con sus claustros, capillas secretas y 'pizzaioli' (fabricantes de pizza). Si a esto añadimos la comida, el paisaje volcánico circundante y las vistas al Golfo de Nápoles, tenemos una escala imprescindible para comprender qué representa el espíritu mediterráneo. Hay que recorrer las frenéticas calles del distrito Mercato, mezcla desordenada de hoteles baratos, tiendas de especias y puestos callejeros, como los del Mercato di Porta Nolana. Y en el Golfo, dos yacimientos imprescindibles, Herculano y Pompeya, más unas vistas impresionantes al Mediterráneo, con el Vesubio elevándose majestuoso.
- Siracusa, la bella
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Entre las ciudades sicilianas hay puertos más famosos que Siracusa (Palermo, Mesina…), pero este ya era uno de los más activos en tiempos de los griegos. Fundada en el año 734 antes de Cristo, Siracusa se consideró durante mucho tiempo la ciudad más bella del mundo antiguo, rivalizando con Atenas en poder y prestigio. Aquí nacieron o vivieron Arquímedes, Platón y Esquilo. La zona moderna es bastante gris, pero basta con cruzar el puente hacia el antiguo barrio isleño de Ortiga (en la imagen) y sus estrechas calles, como Via Maestranza o Via della Giudecca, para comprobar su encanto, como paseando por el marmóreo pavimento de la Piazza del Duomo al atardecer. Si viajamos durante el festival de teatro podremos asistir a una tragedia griega clásica en uno de los teatros más grandes y antiguos del Mediterráneo.
- Ajaccio, la ciudad de Napoleón
La isla francesa de Córcega es mediterránea por los cuatro costados. Y entre sus ciudades Ajaccio debe su fama a Napoleón Bonaparte, nacido aquí en 1769. La ciudad domina la bahía y vive de su puerto comercial y del turismo, con riadas de visitantes que invaden sus calles en verano. Con sus edificios en colores suaves y las terrazas de los cafés la ciudad más grande de Córcega recuerda a la Costa Azul. Además de la casa natal de Napoleón, destaca el Musée Fesch, la colección francesa de pintura italiana más grande fuera del Louvre. En el golfo de Ajaccio conviene pasear por los senderos que bordean el promontorio para conseguir la magnífica perspectiva de las cuatro Îles Sanguinaires (islas sanguinarias, en la foto), así llamadas por su peculiar roca rojiza.
- La Valeta, fortaleza de caballeros
Más pequeña que Sicilia y Córcega, Malta está en el corazón (geográfico y sentimental) del Mediterráneo. Calas secretas de aguas transparentes y puertos deportivos; sol casi todo el año; enclaves increíbles para bucear; iglesias de todos los estilos; buena cocina que mezcla sabores italianos y de Oriente Medio, e historia, mucha historia. La Valeta, la diminuta capital (en la foto), es una fortaleza construida por los Caballeros de San Juan que aún conserva la elegancia del siglo XVI. La Puerta de la Ciudad, el Edificio del Parlamento y la Casa de la Poera, diseñados por Renzo Piano, han cambiado el paisaje urbano y le han dado nueva vida, especialmente el próximo año, cuando ejerza de Capital Europea de la Cultura 2018.
- Cartagena, renovada y luminosa
Con casi tres milenios de historia, Cartagena ha renacido en la última década tras recuperar su historia milenaria: un teatro (en la foto), casas y templos romanos ahora abiertos al público en el centro de la ciudad, ahora peatonalizado. Cartagena se asoma al mar con la muralla construida en tiempos de Carlos III y un puerto deportivo con quioscos modernistas que invitan a tapear antes o después de visitar el Museo de Arqueología Subacuática, que recoge la historia de barcos hundidos en este puerto fundado por los cartagineses. Convertida en ciudad universitaria, sus grandes edificios militares han encontrado nuevos usos como facultades o bibliotecas. Desde el Castillo de la Concepción (conocido como el castillo de los patos) se divisa la espectacularidad de uno de los puertos naturales más perfectos del Mediterráneo.