Una sexy sesión dirigida por Salvador Dalí para Playboy

En 1974 Playboy contrató a Dalí para crear imágenes eróticas. El genio del surrealismo se divirtió a lo grande y estampó su sello personal

Actualizado: 26 de junio de 2020

En 1973, Salvador Dalí aceptó dirigir una sesión de fotos para la revista Playboy. Tenía entonces 69 años y su amor al dinero era inagotable. Así lo comunicó el genio catalán:

"El significado de mi trabajo es la motivación del más puro dinero. Lo que hice para Playboy fue muy bueno y el pago estuvo a la altura de la ocasión"

La sesión de fotos fue todo un acontecimiento en Cadaqués, un pequeño poblado marino.

Dalí trabajó con el famoso fotógrafo de Playboy Pompeo Posar, y juntos retrataron un huevo gigante, una serpiente gigante, algunos collages que mezclaban una botella de Coca-Cola con arquitectura renacentista y, por supuesto, las conejitas desnudas o semidesnudas de Playboy jugando en el Sol.

Se mezclan aquí la grandilocuencia de Dalí y el surrealismo más barroco en sus collages.  Esculturales mujeres desnudas idolatrando un huevo gigante, jugando en el Sol entre collages surrealistas elaborados por el genio.

Según relatan en el sitio de la revista Playboy, "era verano cuando la comitiva de Playboy llegó a la deliciosa costa de Cadaqués, sobre el catalán Mar Mediterráneo. Junto a Pompeo Posar, un histórico fotógrafo de la revista (1921-2004), viajaban cinco hermosas playmates. En Cadaqués, los esperaba, en su casa, el maestro del surrealismo, Salvador Dalí. Posar fue conducido hacia un trono, al costado de una piscina. Dalí se levantó, ofreció su mano, y comenzó a gritar, “¡Mariposa! ¡Mariposa!”. Perplejo, Posar devolvió el saludo, y se sumó a su anfitrión en un dueto gritón, tomados de la mano, saltando y cantando alegremente, “¡Mariposa! ¡Mariposa!”.

La sesión fue prolija y bizarra al mismo tiempo. Cuando Dalí salía de su casa, sus adoradores y discípulos lo reverenciaban, coreando, “maestro, maestro”. Los correspondía con un saludo imperial y bajaba a trabajar.

Dalí preparó cada toma, basándose en sus bosquejos preliminares, dando órdenes de supervisor. Los pobladores de Cadaqués se habían congregado sobre las colinas aledañas: se había corrido la voz de que algo especial sucedía en la casa del maestro. Fue un evento singular, tanto para los vecinos como para Playboy.

En las imágenes de Dalí para Playboy se destacan los icónicos huevos, que Dalí había dispuesto por toda su casa y que hoy son un atractivo para los turistas que visitan Cadaqués. Los huevos son objetos recurrentes en su obra, y están relacionados a los recuerdos que Dalí decía tener de su paso por el vientre materno.

Cuando le preguntaron a Dalí qué significaban esas composiciones, él respondió: “el sentido de mi trabajo está motivado por el dinero. Lo que hice para Playboy es muy bueno, y los honorarios, acordes a la tarea”.

Sea cual sea el dinero que Playboy le haya pagado a este personaje, podemos acordar que valió la pena.

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