Todos los años, desde el 15 hasta el 19 de marzo, Valencia se ve transformada y vestida de gala. Grandiosos monumentos falleros -esculturas temporales de gran tamaño- invaden las calles hasta la noche del 19, en que desaparecen quemadas tras días intensos y emocionantes.
El 5 de Diciembre de 2016 estas fiestas fueron declaradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
Cada año, desde el 1 de marzo se realiza todos los días una mascletà, que consiste en la detonación de una importante cantidad de petardos de gran potencia sonora de forma rítmica, un auténtico espectáculo que hace vibrar cada célula del cuerpo.
En un concurso de arte, ingenio y buen gusto, la ciudad se llena de estos gigantescos monumentos de cartón, los ninots, que luego son quemados. En la noche del 19 al 20, se realiza la cremà, que es el último acto de la fiesta. Es el momento en que las figuras arden en medio de un fascinante espectáculo de luz, música y fuegos artificiales.
Sin embargo, estas fiestas tan queridas no están libres de polémica. Hay quienes consideran que las Fallas no serán dignas de entrar en la lista de la Unesco hasta que se separe la tauromaquia de ellas. El jueves pasado se hizo entrega a la organización de la ONU de 25.000 firmas para pedir al comité exigir como requisito de entrada la desaparición de las corridas de toros de las Fallas.
“Reconocer la fiesta de las Fallas como Patrimonio de la Humanidad es, en estos momentos, reconocer también como Patrimonio de la Humanidad la tortura de toros en público, lo que legitimaría una práctica rechazada ampliamente por la sociedad“, denunció Rosa Tormos, portavoz de la Plataforma Carles Pinazo, una agrupación de asociaciones animalistas que puso en marcha la recogida de firmas.