Hace apenas dos días los británicos votaron, por una diferencia mínima, retirarse de la Unión Europea. Fue el triunfo del “BREXIT”, término surgido de la fusión de “Britain” y “exit” (salida). El impacto en el mundo entero fue inmenso; todas las bolsas cayeron abruptamente y la incertidumbre fue la reacción generalizada ante una decisión impensada poco tiempo atrás. El impacto fue tal que, en forma simultánea, una petición formulada al Parlamento británico de volver a votar produjo un fenómeno inédito: sumó unos 2,5 millones de adhesiones en cuestión de horas.
la petición de volver a votar sumó 2.5 millones de firmas en 24 horas y no para de crecer
¿Qué suscitó tan impresionante adhesión en tan poco tiempo? Nada menos que el pedido de convocatoria a un nuevo referéndum con el claro propósito de impedir que Gran Bretaña deje la UE.
Los fundamentos son interesantes. Se plantea que una decisión de tal envergadura, que afectará sin duda la vida y el futuro de todos, no debería ser tomada si los votantes no superan el 75% del padrón (la asistencia al realizado fue del 72%) o si la mayoría para abandonar la comunidad europea no alcanza el 60%.
En un escenario de gran confusión y preocupación, los arrepentidos de haber votado por la salida se multiplican. Es ahora el “BREGRET”, expresión nacida de la fusión de “Britain” y “regret” (arrepentimiento).
Podría pensarse que es una más de las excentricidades británicas pero, ciertamente, lo que hay en juego es mucho más que eso.