En los últimos cinco años, el turismo en Venecia se ha incrementado en un 400%. Hasta 20.000 turistas visitan cada día sus rincones. Todo esto ha llevado a que la ciudad de los canales haya tenido que encender una fuerte alerta en Europa.
La belleza de Venecia, un conjunto de 120 islas unidas por puentes, radica en el recorrido de sus calles, callejuelas, sus famosos canales y las visitas a sus fantásticos monumentos y obras de arte.
Si a esto le sumamos la posibilidad de ver amanecer sobre la Piazza San Marco desde la cubierta de un crucero en la Laguna de Venecia, la experiencia será inolvidable. Y entrar a Venecia en un crucero, te hará sentir un ser realmente privilegiado.
Pero esta visión tan hermosa que corta el aliento, entraña grandes peligros para el propio patrimonio que estarás admirando.
La ciudad de Venecia y la industria de los grandes cruceros de pasajeros viven una relación tensa desde hace años
¿Compensa el daño posible que el movimiento de estos grandes barcos por la Laguna puede causar al propio patrimonio que es su mayor producto turístico?
La ciudad ha puesto en marcha hace años un programa que premia las prácticas de sostenibilidad de las empresas de cruceros en sus aguas. Pero eso no alcanza.
En 2014, siguiendo normativas del año anterior, se restringió un 20% el tráfico de buques medianos, y para finales de 2015 se preveía la prohibición total de tráfico de los grandes cruceros de pasajeros en la Laguna de Venecia.
En este momento los grandes barcos atracan en la Isla del Tronchetto para lo cual deben entrar en la laguna y atravesar el Gran Canal hasta llegar a puerto.
Y es este trayecto el que podría afectar a los edificios por el movimiento de agua que ocasiona el paso de esas grandes naves, además de las posibilidades de vertidos en un lugar donde la renovación de las aguas es muy lenta.
Los edificios históricos se ven afectados por el movimiento de agua que ocasiona el paso de esas grandes naves
Sin embargo, como “no está probado el daño que se causa a los edificios de Venecia“, un juzgado ha paralizado esta prohibición y los cruceros podrán seguir entrando a la Laguna y en algunos casos hasta navegar por sus canales.
El alcalde de la ciudad propuso que los barcos hicieran escala en el cercano Porto Marghera, un suburbio industrial en la misma provincia. Pero claro, esto les quitaría el gran valor diferencial de entrar a Venecia misma.
Por ejemplo: sólo un par de empresas de cruceros llegan directamente al Puerto de Mónaco, mientras la mayoría lo hace al cercano Puerto de Villefranche, y desde allí los viajeros se trasladan en autobús o tren al Principado. Por supuesto, ambos llegan a “la Costa Azul”, pero sólo unos pocos tendrán el valor de exclusividad de llegar hasta el propio Port Hercule de Mónaco.
Otra de las propuestas ha sido la de construir un puerto flotante fuera de la laguna, en las aguas del Adriático. Sería algo así como una terminal de cruceros flotante sólo para que los barcos atracaran y desde allí se trasladaría a los cruceristas a tierra en embarcaciones mas pequeñas.
Este proyecto también debería tener un estudio del impacto. Pero sobre todo, en los tiempos que vivimos, es una enorme inversión que habría que ver quién encara.
De una u otra forma, el conflicto de intereses entre la potente industria de los cruceros, y la comuna de Venecia que debe preservar su verdadero motor turístico, que es su patrimonio monumental, promete tener mas de un capítulo en el futuro, en los que las decisiones legales y las sospechas de “parcialidad” no estarán ausentes.
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