Largas colas, empleados bruscos, comida cara y retrasos. Podríamos decir que los aeropuertos son obstáculos necesarios que nos separan del destino elegido. Pero hoy te contaremos de uno de los aeropuertos en los que no importa tanto el servicio.
El aeropuerto de Saba le exige destrezas muy especiales a los pilotos y valor a los pasajeros
Aterrizar en el aeropuerto Juancho E. Yrausquin, en la isla caribeña de Saba, "no es para los débiles de corazón", escribe Dhairya Manek. El aeropuerto no sólo cuenta con una pista de despegue ínfima y estrecha, sino que está en una geografía complicada para las maniobras de despegue y aterrizaje.
El aeródromo, construido sobre una de las únicas zonas asfaltadas de la isla, está rodeado de acantilados y altos cerros que dan al mar. En él se mezclan la enorme dificultad con unas vistas excepcionales.
La pista del aeropuerto de Saba está considerada la pista de aterrizaje de uso comercial más corta del mundo. Mide aproximadamente 396 metros, cuando lo normal es que tenga una longitud de entre 1.800 y 2.400 metros
El aeropuerto tiene acantilados en tres de sus costados y el cuarto está flanqueado por montañas. Los jets no tienen permitido aterrizar en él debido a su increíblemente corta pista".
Esto significa que sólo los aparatos pequeños, aquellos que pueden aminorar la velocidad con mucha rapidez, pueden aterrizar en este aeropuerto, en el que su ubicación es tan hermosa como peligrosa.
Aunque muchas son las adversidades que rodean al aeródromo de Saba, la pista de aterrizaje más corta del mundo ha sido nombrada como la llegada más espectacular a un aeropuerto.
Una encuesta, realizada entre usuarios y pilotos de la plataforma de alquiler de aviones y jets privados, PrivateFly, marca que la llegada al pequeño archipiélago es la que más emoción genera en los viajeros.
Desde el día de su construcción hasta la actualidad, el aeropuerto no ha sufrido ningún accidente, demostrando un gran historial de seguridad y rompiendo el tópico de ser una instalación peligrosa.