Moorea hechiza por la belleza de sus paisajes que parecen salidos de un sueño, y por la dulce quietud reinante.
Si buscás descanso, excursiones o actividades deportivas, esta joya insular se presta a todo tipo de descubrimientos, entre ellos el inolvidable privilegio de contemplar una fauna marina habitualmente poco accesible.
Su agradable estilo de vida y su encanto natural seducen inmediatamente al visitante. Recortada por dos bahías majestuosas, la bahía de Cook y la de Opunohu, el relieve de tonos verdes de la isla contrasta con el azul claro de la laguna.
Sobre la arena blanca de sus playas, diseminados en los jardines floridos o alzándose en la laguna, los bungalows de los hoteles y las pensiones familiares permiten disfrutar el ambiente de Moorea en el que el tiempo parece haberse detenido.
La Polinesia Francesa, situada en pleno corazón del océano Pacífico, está formada por 118 islas, magníficas y diferentes, agrupadas en 5 archipiélagos.
Uno de esos archipiélagos es el archipiélago de la Sociedad, formado por un conjunto de islas altas tropicales, rodeadas por un cinturón de lagunas. Entre esas islas, las más conocidas son:
Tahití, la mayor de las islas polinesias, que alberga la capital administrativa Papeete, y el único aeropuerto internacional del territorio.
Moorea, cuyos picos volcánicos se reflejan en una laguna de aguas turquesas, separada de Tahití por un profundo brazo de mar de 17 km.
Bora Bora, la célebre, que domina la belleza irreal de sus aguas llenas de peces, de sus motu con cocoteros y franjas de arena blanca y jardines de corales.
Para llegar a Moorea deberás volar a Tahití y en Papeete tomar un ferry a Moorea.