Svalbard es uno de los lugares más curiosos del planeta. El archipiélago se ubica en Noruega y puede alardear de ser uno de los asentamientos habitados más cercanos al Polo Norte, a unos 1.231 kilómetros. Es un entorno extremadamente árido, pero su aire es el más puro de la Tierra.
La calidad del aire de Svalbard es tan alta que sirve como indicativo de las corrientes atmosféricas terrestres. "Si puedes medir la contaminación aquí, sabrás que ya tiene un alcance global", ha asegurado Ove Hermansen, investigador del Observatorio Zeppelin a BBC Future.
Sin embargo, el aire de Svalbard no siempre fue tan puro, de hecho, la región vivía de la minería de carbón hasta 1962. Ahora es principalmente un centro de investigación, los habitantes viven en 30 edificios y solo hay dos vuelos a la semana en un pequeño avión de hélice desde Longyearbyen, la capital del archipiélago.
Además, es también una de las áreas más silenciosas del planeta, por ello han prohibido las ondas de radiofrecuencia. "Los investigadores que quieran operar cualquier equipo que utilice transmisiones de radio, deben obtener un permiso especial", afirma Hermansen.
De todas formas, las temperaturas en invierno han llegado a -37,2 grados, por lo que ningún celular funcionaría. Los vientos son tan fuertes que sacuden los edificios por las noches, así que la señal tampoco sería demasiado buena.
Otra curiosidad de esta región noruega es que los osos polares son un habitante más de Svalbard y no es extraño que alguno se pasee entre los edificios de vez en cuando. Para evitar incidentes, el pueblo ha puesto una regla: ningún edificio se cerrará con llave por si alguien necesita refugiarse urgentemente.
"Hay que adaptarse a trabajar con los osos polares, y no al revés", asegura Christelle Guesnon, investigadora del Observatorio Zeppelin. Cuando se acerca un oso, simplemente esperan dentro del edificio y salen cuando ha desaparecido.
Finalmente, una de las particularidades que vuelve a Svalbard un lugar único: ningún habitante podrá morir en esta región, según una ley de 1950. La razón de esta extraña prohibición es que las temperaturas son tan bajas que los cadáveres no se descomponen, lo que puede propagar virus y enfermedades.
Los enfermos terminales, las embarazadas y las personas que teman por su vida por el motivo que sea, deben abandonar Svalbard. El índice de mortalidad es cero.
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