
En el corazón de Argentina, donde el silencio domina y la tierra se tiñe de tonos rojos, se extiende uno de los paisajes más impactantes del país: el Parque Nacional Sierra de las Quijadas, en la provincia de San Luis.
Allí, el tiempo parece detenido. Los farallones de piedra, modelados por siglos de viento y erosión, forman un escenario natural que combina misterio, historia y una belleza que parece de otro planeta.

Apenas se atraviesa la entrada del parque, el visitante queda envuelto por una sensación de inmensidad. Las formaciones rocosas, los acantilados y los cañones esculpidos por la naturaleza hacen de este rincón un verdadero museo geológico al aire libre.
Qué vas a encontrar en esta nota:
Huellas de dinosaurios en un paisaje prehistórico
Uno de los grandes atractivos del parque son las huellas fósiles de dinosaurios que habitaron la región hace más de 120 millones de años. Se trata de un registro único en Argentina, descubierto por paleontólogos en los años 90.
Los visitantes pueden observar pisadas perfectamente conservadas en la roca, testigos silenciosos de una era en la que esta zona era un vasto delta lleno de vida.
Las caminatas guiadas por guardaparques o guías locales permiten recorrer senderos interpretativos donde se explican los procesos geológicos, los fósiles hallados y la evolución del paisaje. Es una experiencia educativa y fascinante tanto para adultos como para niños.
En este paraje de 150 mil hectáreas, donde pareciera que en cualquier momento va a aparecer volando un grupo de pterodáctilos, se teje y desteje una trama infinita de castillos de arena esculpidos por el viento en la provincia de San Luis.
El color rojo de las sierras y los farallones
El parque debe su fama a sus tonos rojizos intensos, que cambian según la hora del día. Al amanecer, las montañas se iluminan con reflejos dorados y rosados; al atardecer, los farallones se vuelven de un rojo profundo que parece encenderse bajo la luz del sol.
Los miradores naturales, como el Balcón Norte y el Mirador de Potrero de la Aguada, ofrecen vistas panorámicas espectaculares. Desde allí, se aprecian los cañones y las quebradas que forman parte de un sistema geológico que data del Jurásico y el Cretácico.
La zona también es hogar de una biodiversidad única: guanacos, maras, zorros, cóndores y águilas moras pueden verse en libertad, adaptados al clima seco del lugar.

Senderos, historia y energía natural
El Parque Nacional Sierra de las Quijadas ofrece distintos senderos de trekking que se adaptan a cada visitante.
- Sendero de los Farallones: recorrido corto, ideal para disfrutar las vistas sin gran esfuerzo.
- Sendero Huellas del Pasado: con guía, lleva a las pisadas de dinosaurios y zonas de fósiles.
- Sendero del Potrero de la Aguada: el más completo, atraviesa el corazón del parque entre formaciones rocosas y cañadones.
Además de su riqueza natural, el sitio tiene un fuerte valor cultural. En la zona se han encontrado restos arqueológicos de antiguas comunidades huarpes, que habitaron la región mucho antes de la colonización española.
El parque cretácico y jurásico resguarda tesoros paleontológicos y los viajeros se quedan maravillados cuando se cruzan con sorpresas como una gran huella de dinosaurio o descomunales paredones en medio de un desierto rojo, que brotaron del fondo de la tierra cuando surgió la Cordillera de los Andes.
Un regalo de la naturaleza al visitante
Guanacos, pecaríes de collar, conejos de los palos, maras y pumas (más difíciles de ver, pero presentes) acompañan el camino. La fauna cobija, además, especies protegidas como la tortuga terrestre común, el halcón peregrino, el águila coronada, el pichiciego menor, el cardenal amarillo y la reinamora, que sorprenden tanto como la flora adaptada a las particulares condiciones ambientales del lugar, como la sequedad y la erosión.

Transitar de manera autoguiada caminos de una hora por dos senderos peatonales de miradores o realizar excursiones más prologadas con guías, como Las Huellas del Pasado, Farallones y Guanacos: todo es posible.
Algunos optan por el Sendero de Miradores, de dos horas de duración, donde una caminata por la explanada tiene una valiosa recompensa: una vista panorámica impresionante para observar la gran depresión central formada por la erosión de aproximadamente 4.500 hectáreas.
El Sendero de Huella de Saurio y Chica Abuela (de 3 horas) maravilla con bellos ejemplares de la planta de Chica, paredones con estratos y la Huella del Saurópodo, de hace millones de años, además de la zona denominada Intangible, donde las cosas siguen su curso según la naturaleza lo dispone.

De cuatro horas, el Sendero del Cañón de Farallones se desvía del de la Huella. Descender hasta el fondo del valle es sentirse retroceder en el tiempo y, a cada metro, sorprende saber que se pisan estratos sedimentarios formados por eras geológicas cada vez más antiguas. Al final del sendero, escarpadas paredes de 250 metros de altura adquieren formas singulares como la falda, la cabeza de toro, el botellón y el puma.
El Sendero de los Guanacos lleva en tres horas por una senda y los animales que le dieron nombre la usan actualmente. Mientras se interpretan la flora y geografía de las sierras, se conocen las costumbres y rutinas de los guanacos y, si éstos lo permiten, se disfruta del paso de alguna manada, que se corona con la satisfacción de un seguro avistaje de cóndores al final del circuito.
Consejos para visitarlo en 2026
El parque se puede visitar durante todo el año, pero los mejores meses son de marzo a mayo y de septiembre a noviembre, cuando las temperaturas son suaves y el clima más estable. En verano, el calor puede superar los 35 °C, por lo que se recomienda recorrerlo temprano por la mañana o al atardecer.

Qué llevar:
- Sombrero o gorra, protector solar y agua (no hay servicios dentro del parque).
- Calzado cómodo y cerrado.
- Cámara o teléfono con buena batería: los paisajes merecen cada foto.
Cómo llegar:
El acceso principal se encuentra a 120 km de la ciudad de San Luis (unas dos horas de viaje). Se llega por la Ruta Nacional 147 y luego por un desvío señalizado de ripio en buen estado.
Hay excursiones desde la capital provincial, Villa de Merlo y Potrero de los Funes, así como visitas guiadas organizadas por agencias locales.
Un viaje al origen del tiempo
Recorrer la Sierra de las Quijadas es sentir el pulso antiguo de la Tierra. Cada roca cuenta una historia, cada silencio guarda millones de años. Es un destino que combina aventura, contemplación y un profundo respeto por la naturaleza.
Ideal para quienes buscan desconectarse y reencontrarse con lo esencial, este parque nacional es una joya poco explorada que confirma por qué San Luis sigue ganando lugar en el mapa del turismo argentino.
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