Argentina, extensa y bella, tiene varios lugares a los que siempre se quiere volver: uno de ellos es la provincia de Jujuy y sus maravillosas Salinas Grandes. Es un destino famoso a nivel mundial, ya que se trata del tercer salar más grande de Sudamérica, con una extensión de 12 mil hectáreas a cielo abierto.
Salinas Grandes es una de las áreas más blancas que se pueden encontrar en la Argentina, con una textura de robusta dureza que es necesario apreciar de cerca para comprender el lugar destacado entre los lugares más lindos del país.
Salinas Grandes: lo que debes saber
Salinas Grandes es una vasta salina ubicada en el noroeste de Argentina, específicamente en la provincia de Jujuy y parcialmente en la provincia de Salta. Situada a unos 190 kilómetros de la capital provincial, se encuentra a unos 3,450 metros sobre el nivel del mar, en el Altiplano Andino.
Es un extenso salar, que se formó hace millones de años debido a la evaporación de antiguos lagos. Las condiciones climáticas y geológicas únicas de la región contribuyeron a la formación de este paisaje.
Es una inmensa depresión, totalmente despoblada, que se vuelve aún más atractiva si unas horas antes llovió. Allí sólo residen los artesanos que trabajan la sal y ofrecen objetos delicadamente tallados con picos y hachas.
Cómo llegar a Salinas Grandes
Si bien el acceso es relativamente fácil, subiendo cuesta y serpenteando hasta superar los 4.100 metros, también son numerosas las agencias que ofrecen el recorrido en Jujuy y en Salta.
Se puede acceder a las Salinas Grandes desde varias rutas. La más común es desde Purmamarca, en la provincia de Jujuy, a través de la Ruta Nacional 52, que atraviesa la Cuesta de Lipán, una carretera escénica con impresionantes vistas. También es posible llegar desde Salta.
Lee también: De Salta a Cafayate: encantos imperdibles de la Ruta 68
Lee también: Vacaciones en el norte argentino: lo que no podés dejar de conocer
El origen de las Salinas Grandes, escasamente más pequeñas a las de Uyuni en Bolivia y las de Arizaro en Salta, se remonta a entre 5 y 10 millones de años, cuando la cuenca se cubrió por completo de aguas provenientes de un volcán.
La paulatina evaporación de este líquido y sus componentes, fue lo que dio posterior forma a este salar que posee una costra cuyo espesor promedio es de 30 centímetros y resiste el peso de vehículos hasta camiones medios.
Quienes explicarán los secretos de la extracción y los procesos para su industrialización, son los mismos obreros que permanecen en el lugar y reciben al visitante con toda amabilidad.
A simple vista, todo parecerá lo mismo. Pero cada área fue seccionada en arbitrarios hexágonos que se extienden a la vera de la Ruta Nacional 52 por la que se accede y oficia como única alteración. El silencio es prácticamente total y cada paso al avanzar sonará crocante a los oídos.
