El papa Francisco llegó al campo de concentración nazi de Auschwitz, en Polonia, y atravesó la entrada con la inscripción en hierro forjado:
"Arbeit macht frei", "El trabajo los hace libres"
Recorrió en silencio el campo, donde rindió un sentido homenaje a las víctimas del nazismo, además de reunirse con sobrevivientes del Holocausto. Más de un millón de personas fueron exterminadas en ese lugar de horror, convertido en lugar de memoria. Sus palabras en español en el libro del museo fueron:
"Señor perdón por tanta crueldad"
Durante la visita, de casi dos horas, no pronunció ningún discurso y se reunió con diez personas que sobrevivieron a ese campo de exterminio, así como con 25 "Justos de las Naciones", personas que salvaron judíos durante la Segunda Guerra Mundial, según consignó la agencia AFP.
Francisco arribó en automóvil desde Cracovia y atravesó solo y en silencio la puerta de entrada, donde los nazis recibían a los deportados. Luego se sentó en un banco y permaneció con los ojos cerrados, sumido en un largo silencio.
Luego se trasladó en un coche eléctrico al llamado Muro de la Muerte, donde miles de prisioneros fueron asesinados con un disparo en la cabeza. Allí, lo recibió la primera ministra polaca Beata Szydlo.
Visitó la celda subterránea donde murió el santo polaco Maximiliano Kolbe, quien dio su vida para salvar a un padre de familia.
"El mundo está en guerra porque ha perdido la paz"
Por último, se dirigió al campo de exterminio de Birkenau-Auschwitz II, donde murieron la mayor parte de las víctimas en cuatro hornos crematorios y donde estaban ubicadas las mujeres.
El gran rabino de Polonia, Michael Schudrich, elogió el silencio del Papa durante el recorrido del campo y dijo:
"A menudo la gente viene a Auschwitz y guarda silencio sobre el Holocausto judío por el resto de sus vidas. En cambio hay que pasar el resto de nuestras vidas, gritando y luchando contra todo tipo de injusticias"
Fue la tercera visita de un pontífice a Auschwitz, tras la de Juan Pablo II el 7 de junio de 1979 y la de Benedicto XVI el 28 de mayo de 2006. Fue el único que se mantuvo en silencio.