Palermo es una ciudad colorida, animada e histórica, con playas idílicas, un maravilloso entorno natural y un riquísimo legado histórico y cultural.
Se extiende sobre el Mar Tirreno, creando un atractivo contraste entre el azul del mar, sus arenas blancas y el verde intenso de la vegetación, que da paso a sus tesoros arquitectónicos que abarcan todas las culturas que dominaron la ciudad, los griegos, romanos, normandos, españoles y árabes.
Su emplazamiento entre montañas, en un golfo amplio y luminoso y su arquitectura fruto de la convivencia entre distintas culturas, hacen que uno imagine que llegará a un lugar paradisíaco. Pero nuestra obligación es ser objetivos y debemos contar que Palermo es una ciudad sucia, ruidosa, de edificios descuidados y de calles atestadas de tráfico, en donde los limpiadores del parabrisas, te harán sentir un poco inseguro.
A 70 kilómetros de Palermo, siguiendo la A-20 en dirección a Mesina, hay, sin embargo, un precioso pueblo de pescadores que compensa esta experiencia poco grata.
Se trata de Cefalú, que emerge a los pies de un gran peñón, en el mar Tirreno.
Merece la pena recorrerlo y caminar por la playa, para luego adentrarse en las callejuelas medievales.
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