Famosos por sus colores blanco y negro y por su elevada velocidad al nadar, los delfines patagónicos ofrecen un espectáculo único que tiene su corolario en su amistosa relación con los navegantes que van a su encuentro. Protagonistas de las costas de Rawson, capital de la provincia austral de Chubut en Argentina, donde incluso tiene su propio monumento estos mamíferos marinos sin embargo deambulan por casi todos los mares patagónicos.
Estos cetáceos, que son chicos en tamaño respecto a otros animales de su especie, llegan a medir no más de 1,5 metros de longitud. Son excelentes nadadores y realizan grandes saltos: uno de los mayores atractivos es que se mueven en grupos de hasta veinte ejemplares, por eso es invaluable verlos correr junto a las naves, cruzar bajo su casco para aparecer en cualquier punto cercano y dar grandes saltos que exhiben los perfectos planos blanco y negro de su piel frente a toda la costa patagónica.
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Aunque por su monocromía bien podrían llamarse "panda del mar", estos animales tienen dos nombres comunes: el tradicional, tonina overa, y el nuevo, "delfín patagónico", que lo define como una especie endémica de esta región, desde Carmen de Patagones -en el extremo sur bonaerense- hasta el Estrecho de Magallanes y la costa limítrofe chilena.
Los gauchos llaman overo al caballo manchado que tiene las ancas oscuras, como si llevara una manta detrás de la montura, y aunque en los cetáceos en cuestión la distribución de ambos colores es diferente, de allí proviene su apelativo de tonina overa.
Y la desembocadura del río Chubut frente a la ciudad de Rawson, es uno de los mejores lugares para ver a este mamífero marino, cuyo nombre científico es "Cephalorhynchus commersonii".
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Para vivir esa experiencia majestuosa, desde el puerto de esa ciudad ubicado cerca de la villa de Playa Unión parten grandes gomones que realizan excursiones y que pueden llevar hasta 60 pasajeros. Si bien no hace falta alejarse mucho de la costa para encontrarselos, la excursión puede durar horas, porque los delfines se hacen esperar, pero eso sí, cuando aparecen se justifica el tiempo de la aventura.
Estos botes con turistas salen al avistaje por el pintoresco puerto de pescadores, cruzan una lobería y son escoltados por cormoranes, gaviotas y otras aves marinas.
El lugar de encuentro es la Bahía Engaño, entre las playas Unión y la Magagna, en la margen derecha del río Chubut, donde los sedimentos que arrastró el río forman una barrera que sólo se puede cruzar con marea alta y en barcos pequeños, por lo que los barcos de gran calado deben ir a Puerto Madryn.
Sin duda se trata de una experiencia para todas las edades, apta para compartir en familia.
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