Alejado, solitario, casi inaccesible, acompañado solo por el rumor incesante de un viento eterno, se abre el Cañadón del río Pinturas. Allí, entre los pliegues de sus altos paredones, se descubre el arte rupestre de la Cueva de las Manos, donde pobladores de 9.000 años atrás dejaron testimonio de su arte y de su vida.
La fama que se ganado tiene una contundente explicación.
Esas manos, guanacos y figuras geométricas estampados en la piedra de la cueva constituyen la más antigua expresión de los pueblos sudamericanos que se tenga conocimiento.
Es por eso que en 1999 la UNESCO lo nombró Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Su ubicación, solitaria, en medio del noroeste de la estepa santacruceña, le permite conservarse casi intacta. El pueblo más cercano, Perito Moreno, está a 163 kilómetros de allí. Y mas allá, ya cerca de la cordillera, se encuentra Los Antiguos, que era el lugar de descanso de los ancianos de las desaparecidas tribus indígenas.
Toda esta zona y no sólo la Cueva, incluido el Parque Nacional Perito Moreno, es un riquísimo sitio arqueológico y paleontológico. Los valles, cañadones, lagos y ríos que la componen cobijan celosamente pinturas rupestres y distintos tipos de yacimientos arqueológicos de hombres que caminaron sus campos 14.000 años antes de Cristo.
Y entre las hierbas se encuentran fósiles que testimonian la existencia de un mar en esta región mucho antes que el hombre la habitara. De hecho, la localidad de Perito Moreno es llamada la Capital Arqueológica de la Provincia de Santa Cruz.
En la Cuenca del Río Pinturas se localizan varios sitios arqueológicos sobre ambas márgenes, éstos son la evidencia de una ocupación integral del área por parte de los cazadores recolectores a lo largo de 9000 años.
Son obras realizadas por los indios tehuelches y sus antecesores.