La tumba de Cristo, en la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén, fue restaurada recuperando su brillo original. La integridad estructural del Edículo ha sido una preocupación por casi un siglo.
Su restauración era obstaculizada por los desacuerdos de las denominaciones cristianas que custodian la Iglesia del Santo Sepulcro y la falta de financiamiento.
La restauración “milagrosa” de El Edículo
Después de que las autoridades israelíes cerraran brevemente el acceso al Edículo en 2015 por cuestiones de seguridad, los tres grupos principales que tienen el control primario del sitio–la Iglesia Griega Ortodoxa, la Iglesia Católica Romana y la Iglesia Armenia Ortodoxa- firmaron un acuerdo en marzo de 2016 para restaurar el santuario y la tumba de Cristo.
El equipo de investigación reforzó las paredes del Edículo con barras de titanio, sellaron fisuras en capas de mampostería que se remontan a más de mil años; instalaron un sistema de ventilación para aligerar el daño causado por el hollín de miles de velas, y las vigas antiestéticas erigidas en el exterior por las autoridades británicas en 1947, fueron cortadas con una sierra de plasma.
En total, la restauración del Edículo tuvo un costo de casi 3.5 millones de euros
Tras la restauración, la piedra del edículo erigido para proteger el lugar, vuelve a lucir en beige y rosa y, sobre ella, se leen salmos y oraciones. “Es un momento histórico”, afirmaba la ingeniera química Antonia Moropoulou, directora de la restauración. “Un momento único para la cristiandad“.
Según la tradición cristiana, éste es el lugar preciso donde fue enterrado Jesús y donde resucitó tres días más tarde
Durante más de diez meses, más de 50 restauradores, arqueólogos e ingenieros trabajaron en las obras para preservar y renovar el edículo. Los fondos para hacerlo proceden de donaciones de particulares y del Fondo Mundial para los Monumentos, con sede en Nueva York.
En octubre de 2016, los expertos levantaron por primera vez desde hacía 200 años la lápida de mármol que cubría la tumba de Cristo. Bajo ésta encontraron otra losa con una cruz grabada, similar a las de los cruzados.
La tumba que guarda el Santo Sepulcro es la que se descubrió durante el reinado del emperador romano Constantino.
La emperatriz Helena mandó construir la basílica en el año 325 para marcar el sitio del enterramiento de Jesucristo, pero no está demostrado que este sepulcro sea el de Jesús. La tumba fue completamente destrozada y reconstruida en el siglo XII. Lo que queda de ella es sólo la reconstrucción de los cruzados.
La piedra del edículo, reconstruido en 1810 tras un incendio, hacía tiempo que sufría la humedad y la erosión. Ya en 1947, un equipo liderado por británicos protegió la construcción con puntales de acero, pero los peregrinos los llenaron de velas cuyas llamas seguían lastrando el templete. Las piedras se agrietaron y la estructura se borneó. Pero las distintas Iglesias no lograban ponerse de acuerdo para emprender la necesaria restauración.
La basílica del Santo Sepulcro que alberga la tumba está estrictamente dividida entre distintas comunidades de fieles.
Las Iglesias greco-ortodoxa, armenio-ortodoxa y católica-romana tienen derecho a celebrar misas en la capilla de la tumba, mientras que los coptos, los sirios y los etíopes no.
Ahora, el edículo está asegurado incluso ante posibles terremotos, para lo que se cambió parte de un muro. Las grietas de la piedra fueron cubiertas con una argamasa especial, las lápidas limpiadas y fijadas a la roca.
Además, quienes visiten el templete podrán ver, aparte de la lápida, una parte de la roca original tras un cristal. Expertos sigue temiendo por la preservación de la tumba, ya que las viejas canalizaciones de agua bajo el templo generan mucha humedad.
Para arreglarlo necesitarían otros diez meses y seis millones de euros. Pero para eso, las Iglesias deberían ponerse otra vez de acuerdo.