Asomada al Mar Jónico, la isla de Cefalonia alberga joyas naturales de enorme belleza, entre ellas la Cueva de Melissani, también conocida como la “cueva de las ninfas”, a la que atribuyen propiedades mágicas.
Según se narra en ciertos pasajes mitológicos griegos, la cueva de Melissani era el lugar donde las Ninfas,- jóvenes espíritus femeninos y sumamente hermosos encargados de proteger y embellecer la naturaleza con sus idílicos cantos y sus danzas sensuales y delicadas-, tenían en la cautiva cueva su morada y refugio divino, alejado de las miradas curiosas e indiscretas de los mortales humanos.
Las Ninfas desaparecieron, o quizás no, quién sabe, puede ser que no seamos capaces de sintonizar con dichas deidades; pero lo cierto es que su refugio divino, afortunadamente, es un bello rincón de visita obligada si se recorre Grecia, pudiendo comprobar que las jóvenes y hermosas Ninfas escogieron un rincón paradisíaco como lugar de descanso.
Descubierta en el año 1951, esta hermosa cueva situada en el archipiélago de las Islas Jónicas, consta de dos salas: la primera y más espectacular, con una gran abertura ovalada en el techo y aguas cristalinas y la segunda en forma de bóveda.
Los turistas que visitan la isla de Cefalonia tienen la magnífica oportunidad de adentrarse en la Cueva de Melissani con pequeñas embarcaciones (las grandes no caben), que hacen excursiones guiadas a través de esta imponente formación geológica de Grecia.
El ambiente húmedo y refrescante de la cueva es un alivio y sirve de antídoto contra el sofocante calor del exterior. Al recorrer la cueva, estalactitas y estalagmitas de más de 20.000 años de antigüedad, guían las barcas que surcan las aguas azules del lago interior.
En los meses de julio y agosto el agua del lago interior, a medida que el sol discurre por el firmamento, cambian de color según la intensidad de la luz, y el contraste de claroscuros y sombras, acuña un abanico de haces luminosos que impregnan las paredes con millones de motas de luz.