El estado de Florida está sufriendo la peor marea roja en más de una década y el agua azul caribe de sus playas tomó un poco atractivo color óxido amarronado.
Los guardavidas se ven obligados a usar máscara antigás. Les pican los ojos, tienen tos y el fuerte olor que despide el agua les produce dolor de cabeza, todos síntomas de la descomunal proliferación de algas que se extiende por el sur del Golfo de México.
El fenómeno está matando a incontables animales marinos, desde Bradenton hasta Naples, donde a pesar de las sucesivas limpiezas, está lleno de peces muertos pudriéndose al sol, sobre la playa lindera con la mansión de Rick Scott, gobernador de Florida
Y a medida que el brote de marea roja no muestra señales de amainar, también crecen las algas de agua dulce en el lago más extenso del estado. La suma de ambos fenómenos provocó una brusca caída del turismo en la región.
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La marea roja es un fenómeno natural que se incuba mar adentro y luego se extiende hasta las costas, donde las algas se alimentan de una gran variedad de agentes contaminantes, como el fósforo y el nitrógeno de los fertilizantes, y otros elementos presentes en las aguas servidas.
Lo que no queda claro es si el cambio climático y la contaminación humana en las zonas costeras no han hecho que este brote en particular sea tan fuerte. Los científicos descubrieron que las algas prosperan cuando aumentan la temperatura del agua y los niveles de dióxido de carbono
En el condado de Sarasota, los efectos son particularmente desastrosos. La segunda
semana de agosto fue una de las peores de esta oleada de marea roja.
Las complicaciones para los dueños de bares y restaurantes crecen: temen no sobrevivir a la dolorosa temporada baja, que se extiende de agosto a noviembre. "Nosotros estamos preparados para la temporada baja, pero esta en particular mete miedo", dice Tom Kouvatsos, después de otra semana de mesas vacías en su Village Café. "Fueron dos semanas, ¿pero qué pasa si terminan siendo dos meses? ¿Cómo mantengo al personal de cocina durante dos meses?"
A 15 kilómetros de Cayo Siesta, en el acuario y laboratorio marino Mote, Gretchen
Lovewell y otras dos mujeres de su equipo acaban de responder un nuevo llamado de
emergencia.
Se subieron a una pickup y salieron volando hacia la playa de Cayo Manasota, a una
hora de manejo hacia el sur, donde habían visto a un delfín bebé en el límite de la
rompiente. La cría ya había muerto, pero de sus restos podían extraer valiosas muestras
de tejido que ayuden a entender los efectos tóxicos de las algas.
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Hasta el viernes pasado, el laboratorio había recuperado los cuerpos de 19 delfines y 239
tortugas marinas solo en los condados de Sarasota y Manatee. Esa cifra no incluye los
100 manatíes, incontables peces y animales de gran tamaño, como tiburones y sábalos,
que se encontraron a lo largo de las costas de todo el estado de Florida.
Según los informes de limpieza de las playas, de los condados más afectados ya se levantaron más de 2000 toneladas de animales marinos muertos.
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Muchos vecinos están furiosos y culpan Scott, el gobernador republicano de
Florida, que actualmente hace campaña para ingresar al Senado norteamericano.
Scott tomó medidas drásticas para hacer frente a brote de marea roja canalizando millones de dólares para ayudar a los comerciantes, pero sus detractores le
apuntan a su historial.
Ni bien asumió como gobernador, los funcionarios nombrados por Scott en los
organismos de control de aguas hicieron un recorte presupuestario de 700 millones de dólares, incluidos los fondos de investigación para la marea roja
La única solución, según los ambientalistas, es la prevención. "En Florida no tenemos ningún problema de algas", dice Andy Mele, de la ONG ambientalista Suncoast Waterkeeper. "Lo que tenemos en nuestro estado es un problema de nutrientes, y el único modo de frenar esta monstruosa proliferación de algas es dejar de contaminar las aguas con alimentos para algas".
Fuente: The Washington Post