Cada vez que ocurre un gran terremoto como el que acaba de afectar a Turquía y Siria, en el estado de California muchos se preguntan: ¿cuándo ocurrirá aquí el "Big One"? ¿Cuándo se hará sentir la temida falla de San Andrés? ¿A qué países afectará? ¿Qué ciudades afectará? ¿Están preparadas?
La falla de San Andrés es uno de los lugares más temidos de la tierra. Es de esos lugares donde el planeta se hace respetar y nos recuerda quién manda. Es allí donde, sostienen los científicos, nacerá el "Big One", un terremoto catastrófico que, según los sismólogos, ya debió haber ocurrido en el sur de California.
La fecha anunciada ya pasó hace 150 años en este estado del oeste de Estados Unidos que, según los geólogos, es el más propenso a los terremotos, ya que se ubica sobre una serie de fallas que se mueven a distintas profundidades, porque es una región donde las placas tectónicas se unen.
La mayor de ellas -y la más peligrosa- es la falla de San Andrés, que atraviesa el estado de norte a sur y se extiende a lo largo de 1.300 kilómetros. Su huella se imprime con claridad sobre el territorio de California, en Estados Unidos, y de Baja California, en México
La falla de San Andrés es una de las más estudiadas del planeta, ya que en su práctica totalidad se encuentra sobre la superficie terrestre.
Falla de San Andrés: qué es y cuándo desatará un terremoto
Según un estudio reciente del Servicio Geológico de los Estados Unidos, existe un 72% más de probabilidades que se presente un temblor mayor a 6.7 grados en la región de la Bahía de San Francisco antes de 2043. Sin embargo, advierten que no existen todavía herramientas que puedan predecir exactamente dónde ocurrirá el próximo terremoto, cuál será la magnitud o exactamente cuándo ocurrirá.
La falla de San Andrés delimita la placa norteamericana de la placa del Pacífico y es una de las más estudiadas del planeta, ya que en su práctica totalidad se encuentra sobre la superficie terrestre.
Por dónde pasa la falla de San Andrés
Sobre ella se asientan los enormes centros urbanos de Los Ángeles, la segunda ciudad más poblada de EE.UU., y San Diego, y 38 millones de personas que viven en sus inmediaciones.
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El Big One es cuestión de tiempo
La parte media de la falla de San Andrés se rompió hace unos 160 años y la parte norte en 1906, provocando el devastador terremoto de 7,8 grados que destruyó gran parte de San Francisco en 1906 y dejó más de 3.000 muertos.
Pero la que más preocupa a los científicos es la sección sur de la falla, en la que no se ha producido un sismo en cerca de 300 años, pese a que los registros geológicos indican que es la causante de un gran terremoto con una periodicidad de unos 150 años. Se cree que lleva muchos años acumulando tensión.
El último gran terremoto que hubo en esa zona data del año 1700, pero no se tienen detalles de cómo ocurrió al carecer de registros en esa época.
En la Conferencia Nacional de Terremotos celebrada en California en 2016, los científicos que participaron ya advirtieron que la sección sur de la falla de San Andrés está "cargada y lista" para provocar un gran temblor.
Tarde o pronto, la falla volverá a quebrarse y los más de 38 millones de personas que viven en sus inmediaciones tienen que estar preparadas.
Se lo llama el "Big One" porque es un terremoto de energía superior a 8 en escala de magnitud de momento que se espera que tendrá lugar en California por la falla de San Andrés. De hacerse realidad, las consecuencias serían devastadoras para Estados Unidos.
Según Science Advances, las novedades tienen que ver con la aceleración del fenómeno y con que este no sería un terremoto, como se esperaba, sino una inundación de dimensiones "épicas".
La última vez que se activó la falla de San Andrés a una escala preocupante fue el 5 de julio del 2019, con un terremoto de 7.1 grados, cuyo epicentro estaba situado en Ridgetcrest, California.
Simulaciones, proyecciones y terremoto inevitable
Sismólogos del Geological Survey de Estados Unidos simularon los efectos de un gran terremoto en California para un programa de estudio. Uno de sus modelos de computadora asume que el próximo gran evento en la falla de San Andrés será de magnitud 7,8, que iniciará una ruptura en el sur de California cerca del Mar Salton y luego se disparará hacia el norte a lo largo de la falla para golpear a Los Ángeles.
Un terremoto en la sección sur de la falla de San Andrés tendría un impacto directo en Los Ángeles, la segunda ciudad más poblada de Estados Unidos. Los cálculos más conservadores apuntan a que, de producirse un temblor de esa magnitud en esa sección, cerca de 2.000 personas morirían y habría más de 50.000 heridos.
Alrededor del 1% de los edificios en un área de 10 millones de personas colapsarían y alrededor de la mitad de las construcciones en la zona tendrían que ser abandonadas. Los daños materiales superarían los US$200.000 millones.
Sistema de alerta de terremotos de California
La viabilidad de las comunidades después de un evento así depende de la preparación. Por eso, en California, gran parte del enfoque en la planificación se ha reflejado en las normas de construcción. También son frecuentes y habituales los simulacros de un terremoto.
Tras el terremoto de San Francisco, en el norte de California se introdujeron nuevas regulaciones, obligando a que se reforzaran estructuras construidas con concreto, muchas de las cuales albergan escuelas y hospitales.
La frase más repetida por los expertos suele ser "no se trata de si habrá o no un gran terremoto. El tema es cuándo ocurrirá".
Además, desde 2019, California estrenó en 2019 un sistema de alerta temprana de terremotos. ShakeAlert LA es un sistema de alerta temprana de terremotos similar al que existe en países con alta actividad sísmica como Japón o México.
Se trata de una aplicación móvil que avisa a los residentes del condado de Los Ángeles hasta 40 segundos antes de que se produzca un temblor de magnitud 5 o superior. Esto no solo ayuda a alertar a la población, sino también a las autoridades.
Para los expertos, la cuestión no es si la falla de San Andrés se quebrará en el sur de California: la duda es cuándo y, el desafío, es cómo prepararse lo mejor posible para reducir sus daños colaterales.
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